jueves, 25 de abril de 2019

¡ Despierta después de un mes en coma ! Esta es su historia: “Estaba en mi cama, en coma, cuando vi en mi sueño, al principio, siete monstruos que llevaban antorchas y daban vueltas en círculo a mi alrededor. Intentaban ponerme en un ataúd con forma de L (tal vez alusivo a lucifer), que habían clavado antes de meterlo en una tumba. Entonces, una hermosa Dama de blanco, que creí que era la Madre de Dios, apareció de la nada, y dijo suavemente: ‘Te ayudaré; tan solo di esta oración tres veces: ‘Panginoon Hesu Kristo, iligtas mo ako’ (“Señor Jesucristo, sálvame”). Y entonces me desperté”


René Santa Cruz es uno de los locutores radiofónicos más veteranos y conocidos en Filipinas, sobre todo por sus transmisiones deportivas. Con su bigotito y sus sombreros, es inconfundible y una figura popular. Le escuchan multitudes en su programa Big Time Balita en Radio DZBB.

Ahora, con 66 años, ha contado una experiencia que toda su vida mantuvo en secreto, excepto para sus amigos y parientes más cercanos: la curación milagrosa que experimentó cuando tenía 17 años, junto con una visión de la Virgen María. Se lo ha contado a Ben Cal, de PTVNews.ph.

Era joven, pobre… y epiléptico

Sucedió en 1969, cuando tenía 17 años. “Colapsé en unas subidas y bajadas de fiebres altas y quedé en un estado comatoso durante un mes. Mi médico, en el hospital Doctor Villa Memorial en Lipa City me diagnosticó una epilepsia que, dijo, me afligiría toda mi vida”, explica el locutor.

Eran tiempos duros y precarios. Sus vecinos le habían cargado físicamente entre varios durante 3 kilómetros hasta el hospital porque no había transportes accesibles.

La visión y la Dama

“Estaba en mi cama, en coma, cuando vi en mi sueño, al principio, siete monstruos que llevaban antorchas y daban vueltas en círculo a mi alrededor. Intentaban ponerme en un ataúd con forma de L (tal vez alusivo a lucifer), que habían clavado antes de meterlo en una tumba. Entonces, una hermosa Dama de blanco, que creí que era la Madre de Dios, apareció de la nada, y dijo suavemente: ‘Te ayudaré; tan solo di esta oración tres veces: ‘Panginoon Hesu Kristo, iligtas mo ako’ (“Señor Jesucristo, sálvame”). Y entonces me desperté”.

Desorientado, vio a sus padres y hermanos y hermanas llorando. Preguntó: “¿dónde estoy?” Le dijeron que llevaba un mes en el hospital, en coma. Y enseguida volvió a caer dormido.

“Aún soñando, dije la oración tres veces, como me pidió Mamá María. Pero le añadía oraciones a la Santa Trinidad, a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo”, recuerda.

Entonces vino el doctor y quedó asombrado, al examinarlo, de que se había curado de su grave situación.

“Toma estas medicinas siete años”… pero no podía pagarlas

“Entonces mi doctor me dijo que tomara dos medicinas, Dilantin y Finobar Vital, para mantenerme. Tenía que tomarlas 3 veces al día durante los siguientes 7 años. También me dijo que si sobrevivía después de siete años de tomar las medicinas, mi dolencia epiléptica desaparecería”.

Pero la realidad es que René y su familia eran pobres, las medicinas eran caras y no podían pagarlas ni vendiendo sus propiedades. Y antes de un año René dejó de tomar los medicamentos. Y sin embargo, se mantuvo perfectamente bien.

“Estoy muy agradecido a Mamá María por curarme. ¡Fue un gran milagro! Me curó Dios a través de la intercesión de la Santa Virgen María”, exclama.

“Aún hoy continúo rezando fervientemente la oración”, explica el famoso locutor. Anima a todos a orar por el mundo, para que se salve de la perdición, en estas épocas de desastres. Su oración: Señor Jesucristo, sálvame; Señor Jesucristo, sálvame; Señor Jesucristo, sálvame. Ha tardado 49 años en revelar al mundo cómo la aprendió.


Fuente: CariFilii.com

lunes, 8 de abril de 2019

¿ Porque la ideología de género y el aborto, como un medio de exterminio contra la familia y de control de la población mundial ? La Vidente Sor Lucía de Fátima escribió en una carta al cardenal Carlo Caffarra. “La Virgen ya le ha aplastado la cabeza a Satanás”, y agrega que en la guerra de Dios contra Satanás: La ÚLTIMA BATALLA, “el ENFRENTAMIENTO FINAL”, será sobre la FAMILIA y sobre la VIDA


La profecía es de sor Lucía dos Santos, la vidente de Fátima.

La carta a Lucía

Lo contó el cardenal Carlo Caffarra en una entrevista concedida a La Voce di Padre Pio en marzo de 2015. El purpurado tuvo el encargo de Juan Pablo II de idear y fundar el Instituto Pontificio para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, del que es hoy profesor emérito.
“Al inicio de este trabajo – explica Caffarra – escribí a sor Lucía de Fátima, a través del obispo, porque directamente no se podía hacer. Inexplicablemente, aunque no esperaba una respuesta, porque le pedía sólo oraciones, me llegó a los pocos días una larguísima carta autógrafa – ahora en los archivos del Instituto”.
En esa carta de Sor Lucía está escrito que el enfrentamiento final entre el Señor y el reino de Satanás será sobre la familia y sobre el matrimonio.
“No tenga miedo, añadía, porque quien trabaje por la santidad del matrimonio y de la familia será siempre combatido y odiado de todas formas, porque este es el punto decisivo”.

La columna que sostiene la Creación

La monja de Fátima sostenía que la Virgen ya ha “aplastado” la cabeza a Satanás. “Se advertía – prosigue el purpurado – también hablando con Juan Pablo II, que este era el nudo, porque se tocaba la columna que sostiene la Creación, la verdad sobre la relación entre el hombre y la mujer y entre las generaciones. Si se toca la columna central cae todo el edificio, y esto ahora lo vemos, porque estamos en este momento y lo sabemos”.

Fuente: Aletiea.com

viernes, 5 de abril de 2019

Recomendada ORACIÓN de LIBERACIÓN para expulsar de nuestros hogares (casas), los espíritus del odio, venganza, prostitución, pornografía, libertinaje, robo, tráfico de drogas, falta de respeto, enfermedades graves, enfermedades psicológicas, agresividad, muertes y abortos. Incluidas las Maldiciones que algunas veces pueden haber recibido nuestras viviendas en el momento de su construcción por diversas razones que ignoramos.


Para hacerla dentro de casa, con la familia reunida (preferiblemente). Después de hacerla, reza un Padrenuestro y rocía con agua bendita todas las habitaciones.

Inicio de la oración:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Padre de infinita bondad, te consagro mi casa, este lugar en que vivo con mi familia.

Muchas casas se vuelven lugares de pleitos, de disputas por herencias, de deudas económicas, lamentos y sufrimientos. Algunas son escenario de adulterio, otras se transforman en lugar de odio, venganza, prostitución, pornografía, libertinaje, robo, tráfico de drogas, falta de respeto, enfermedades graves, enfermedades psicológicas, agresividad, muertes y abortos.

A veces, mientras se construye la casa, alguien por los más variados motivos, maldice a los dueños o los materiales de construcción usados. Eso no es bueno para el lugar en que vivimos. Por eso yo te pido, Señor, que quites todo eso de nuestro hogar.

Si el terreno en el que está la casa fue motivo de disputas judiciales y herencias mal resueltas que pudieron haber generado muertes, accidentes, violencia y agresividad, te pido, Señor, que nos bendigas y alejes de nosotros todo ese mal.

Yo sé que el enemigo se aprovecha de esas situaciones para instalar su cuartel general, pero también sé que Tú tienes el poder de expulsar de aquí todo mal. Por eso, te pido que el demonio vaya directo a tus pies y nunca más regrese a esta casa.

Hoy tomé la decisión de consagrar esta casa a Ti. Pido que, así como fuiste a la casa de los novios de Caná de Galilea y ahí hiciste tu primer milagro, vengas hoy a mi casa y expulses todo el mal que pueda estar enraizado y las posibles maldiciones que se encuentran impregnadas en ella.

Por favor, Cristo Señor, expulsa ahora, con tu poder, todo mal, toda falsa enfermedad, el espíritu de separación, el adulterio, los problemas económicos, los espíritus malignos de agresividad, de desobediencia, de bloqueos afectivos y familiares, toda y cualquier consagración, hechizos o evocación a los muertos, uso de cristales, energización, todo tipo de figuras y ruidos (cita otras incomodidades que no están aquí enlistadas y que te molestan).

Que esos males sean expulsados, ahora, de este lugar, en nombre de Jesús, y no vuelvan nunca más, pues esta casa ahora pertenece a Dios y a Él está consagrada.

Señor, te pido, expulsa de aquí toda la agresividad entre hermanos, toda pelea, la falta de respeto y la violencia entre padres e hijos, entre la pareja que vive aquí, entre los habitantes de esta casa y los vecinos.

Que los ángeles de Dios vengan a vivir con nosotros. Que cada cuarto, sala, baño, cocina, corredor y área externa sean ahora habitados por ellos. Que nuestra casa sea una fortaleza habitada y protegida por los ángeles del Señor, para que toda nuestra familia permanezca en oración, en la fidelidad del amor a Dios, y que en ella habiten la paz y la plena concordia.

Muchas gracias Señor, por atender mis plegarias. Que cada día podamos servirte y que tengamos siempre la gracia de tu bendición. Que sepas, Señor, que esta casa te pertenece. Quédate con nosotros, Señor, amén.


Por el padre Vagner Baia.
Por Canção Nova
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jueves, 4 de abril de 2019

Médico abortista en Medjugorje recibe una aterradora visión por los miles de abortos que había practicado y se convierte de manera radical, cambiando para siempre su vida


En el 2011, un grupo de médicos abortistas ateos se extravió durante una caminata turística en Medjugorje.
De pronto, se encontraron en la colina de Crnica, el lugar donde la Virgen María supuestamente se apareció a unos niños en 1981.
Ninguno tuvo la intención de visitar este lugar, solo estaban ahí por los paisajes y diversión.
En ese momento, una ginecóloga de aproximadamente 60 años que había hecho miles de abortos, tuvo una experiencia que cambió su vida.
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“Apenas había puesto un pie en esa colina -indicó- cuando de repente todo cambió ante mis ojos. Las rocas desaparecieron y la colina de repente se convirtió en una pila de huesos y cráneos. Eran todos los bebés que aborté durante 40 años”.
Fue en ese momento en que ella sacó las manos de su bolsillo y gritó: “¡Miren estas manos! ¡Estas son las manos que mataron a una ciudad entera!”
A partir de ese día, ella nunca más participó en abortos, y varios médicos del grupo también tuvieron experiencias de conversión.

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Roguemos por la conversión de las almas, y por la perseverancia de estos nuevos hijos de María.
Nota original de ChurchPop.  

¿ Deseas DESATAR los NUDOS de la AFLICCIÓN y el DOLOR en tu vida ? En momentos de oscuridad o de desesperación, el creyente puede contar con la ayuda de su Madre, la Santisima Virgen María. Esta es la oración que aconseja en estas situaciones el Santo el Papa Francisco, dada su propia experiencia con esta especial devoción



Santa María, llena de la presencia de Dios:
durante los días de tu vida
aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre,
y el Maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones.

Ya junto a tu Hijo intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas.

Y al quedarte para siempre como madre nuestra,

Santa María, Madre de Dios y madre nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los nudos
que entorpecen nuestra vida,
te pedimos que recibas en tus manos
a… (exprese su intención)

y que me libres de las ataduras
y confusiones con que hostiga el que es nuestro enemigo.

Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo,
líbranos de todo mal, Señora Nuestra,
y desata los nudos que impiden nos unamos
a Dios, para que, libres de toda confusión y error,
lo hallemos en todas las cosas,
tengamos en Él puestos nuestros corazones
y podamos servirle siempre en nuestros hermanos. 

Amén.
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Eficacia preferente de la oración

Los polluelos de las golondrinas no hacen más que piar continuamente. Piden a sus madres el alimento que necesitan para vivir. Lo mismo debemos hacer nosotros, si queremos conservar la vida de la gracia: claramente siempre, pidamos al Señor que nos socorra para evitar la muerte del pecado y seguir adelante en la senda de su divino amor. De los padres antiguos que fueron grandes maestros del espíritu refiere el P. Rodríguez que se juntaron en asamblea y allí discutieron cuál sería el ejercicio más útil para alcanzar la salvación eterna; y resolvieron que parecía lo mejor repetir con frecuencia aquella breve oración del profeta David: Dios mío, ven en mi socorro.

Eso mismo ha de hacer el que quiera s alvarse, afirma Casiano, decir con frecuencia al Señor.- Dios mío, ayudadme... ayúdame, oh mi buen Jesús.. Esto hay que hacerlo desde el primer momento de la mañana, y esto hay que repetirlo en todas las angustias y en todas las necesidades, temporales y espirituales, pero muy particularmente, cuando nos veamos molestados por la tentación. Decía san Buenaventura que a veces más alcanzamos y más pronto con una breve oración, que con muchas obras buenas. Y más allá va San Ambrosio, pues dice que el que reza, mientras reza, ya alcanza algo, pues el rezar ya es singular don de Dios. Y San Juan Crisóstomo escribe que no hay hombre más poderoso en el mundo que el que reza. El que reza participa del poder de Dios. Todo esto lo comprendió San Bernardo en estas palabras: Para caminar por la senda de la perfección hay que meditar y rezar; en la meditación vemos lo que tenemos: con la oración alcanzamos lo que nos falta

San Alfonso María de Ligorio - El gran medio de la oración

FUE FUSILADO, MURIÓ, PERO DIOS LE DEVOLVIÓ LA VIDA POR MEDIACIÓN DE PADRE PÍO: Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel. De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos...


El testimonio acreditado sobre el milagro de Jean Derobert se aportó con vistas a la canonización del padre Pío.


Patrick Theillier, médico responsable del Departamento de Constataciones Médicas del Santuario de Lourdes de 1998 a 2009, publica en Experiencias cercanas a la muerte(Palabra) una carta escrita por el sacerdote francés Jean Derobert donde habla de su experiencia cercana a la muerte tras el fusilamiento que sufrió durante la guerra de Argelia en 1958 y el milagro sucedido después mediante la intercesión del padre Pío.
Se trata del testimonio acreditado que el sacerdote aportó con vistas a la canonización del padre Pío y que se reproduce íntegro a continuación.
Me habéis solicitado un resumen por escrito de la evidente protección de la que fui objeto en agosto de 1958, durante la guerra de Argelia.
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En aquel momento formaba parte de los servicios sanitarios del ejército. Había observado que, en los momentos importantes de mi vida, el padre Pío, que me había tomado como su hijo espiritual desde 1955, me hacía llegar una carta en la que me prometía su oración y apoyo. Lo hizo antes de mi examen en la Universidad Gregoriana de Roma, y lo volvió a hacer en el momento en que tuve que unirme a los combatientes de Argelia.
Una noche, un comando del FLN (Frente de Liberación Nacional argelino) atacó nuestro pueblo y rápidamente fui arrestado. Me llevaron a una puerta junto a otros cinco militares y allí nos fusilaron. Recuerdo que no pensé ni en mi padre ni en mi madre, a pesar de ser hijo único, sino que sólo experimenté una gran alegría puesto que “me disponía a ver lo que hay al otro lado”. Aquella misma mañana había recibido una carta del padre Pío con dos líneas manuscritas que decían: “La vida es una lucha, pero conduce a la luz” (subrayado dos o tres veces).
Inmediatamente experimenté la descorporeización. Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel.

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De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos.
Me sorprendía el hecho de poder caminar. Me dije que estaba fuera del tiempo y que por tanto había resucitado. Me sorprendía poder ver todo lo que me rodeaba sin tener que mover la cabeza. Me sorprendía sentir el dolor de las heridas producidas por las balas de los fusiles. Y comprendí que habían penetrado en mi cuerpo tan  que no pude sentirla.
De pronto, mis pensamientos se dirigieron a mis padres. Inmediatamente me encontré en mi casa, en Annecy, en la habitación de mis padres, a los que contemplé mientras dormían. Intenté hablarles, pero sin éxito. Recorrí el apartamento y advertí que un mueble había sido cambiado de sitio. Unos días después escribí a mi madre y le pregunté por qué había cambiado aquel mueble. Ella me contestó por carta: “¿Cómo lo sabes?”.
Pensé en el Papa Pío XII, al que conocía bien (estudié en Roma) y, de pronto, me encontré en su habitación. Acababa de acostarse. Hablamos intercambiando pensamientos, pues era un hombre muy espiritual. Continué mi ascensión hasta que me encontré en medio de un paisaje maravilloso, envuelto en una luz dulce y azulada. Sin embargo, no había sol, “porque el Señor los alumbrará”, como dice el Apocalipsis.
Vi a miles de personas, todas de unos treinta años, pero me encontré con algunas a las que había conocido cuando estaban vivas. Una había muerto con ochenta años y parecía tener treinta, otra había muerto con dos años y todas tenían la misma edad.
Dejé aquel “paraíso” repleto de flores extraordinarias y desconocidas en la tierra. Y ascendí aun más. Allí perdí mi naturaleza humana y me convertí en una “gota de luz”.
Vi a muchas otras “gotas de luz” y supe que una era San Pedro, otra Pablo, otra Juan, o un apóstol, o un santo.
Después vi a María, maravillosamente bella con su manto de luz, que me recibió con una sonrisa indecible. Detrás de ella estaba Jesús, maravillosamente bello, y detrás, una zona de luz que supe que era el Padre, y en la que me sumergí.
Allí sentí la satisfacción total de todos mis deseos. Conocí la dicha perfecta.
Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas.
Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”.
Sin duda, esta experiencia me marcó mucho. Más tarde, cuando, liberado del ejército, fui a visitar al padre Pío, este me divisó desde lejos en la sala de San Francisco. Me hizo un gesto para que acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño.
A continuación me dijo estas sencillas palabras: “¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. Y ahí se acabó su explicación.
Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado.

(Jean Derobert fue hijo espiritual del padre Pío. Falleció en el año 2013 y escribió un libro sobre la vida de este santo titulado Padre Pío, transparente de Dios. El padre Pío fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II con el nombre de San Pío de Pietrelcina)

Artículo originalmente publicado por Religión en Libertad