martes, 26 de octubre de 2010

María Madre de la Iglesía "...no podéis comprender que estáis caminando al borde de un filo que en un momento caerán a un abismo inmensamente oscuro y no podréis salir de él, que os será quitada vuestra alma y encadenada por los siglos de los siglos..."

Hijitos míos, en cada amanecer está la mano de vuestro amado Padre, de mi Señor, en el canto de las aves, en las montañas, en los valles, en los ríos, en el mar, en toda la creación, Él fue creando un paraíso para entregárselo a todos vosotros, sus hijitos, para que vivieran en armonía con Él, para que lo cuidaran y lo protegieran porque ese mundo que les entregó les iba a dar de sus entrañas los alimentos que vosotros consumen, el agua que bebéis, los minerales y todo aquello que hiciera a vuestra vida llena de armonía y paz, pero con el pasar del tiempo por la ambición de muchos de vosotros fueron castigando a vuestra Madre naturaleza, no aprendieron nada de lo que ella les iba diciendo, no entendieron que si talaran sus bosques discriminadamente cambiarían el cauce de sus ríos y fueron destruyendo todo a su paso, esa tierra, ese paraíso que mi Señor os entregó con tanto amor iría muriendo lentamente y vosotros sois los únicos culpables de esa muerte y no os diste cuenta y no os dais cuenta que si esa tierra bendecida por vuestro Padre muere con ella morirá toda vida sobre vuestro mundo. Amados hijitos, habéis contaminado todo y hoy estáis sufriendo las consecuencias de todo el mal que le habéis hecho, no podéis comprender que tenéis que comenzar a cuidar de ella en vez de atacarla como si fuera vuestra peor enemiga, no podéis comprender que jamáis un rosal crecerá y os dará una hermosa rosa en un inmenso desierto o en un mundo cubierto por hielo, y a eso estáis llevando a vuestro planeta, como vosotros lo llamáis, a vuestra tierra, a ser una gran parte un inmenso desierto y en la otra parte un inmenso témpano de hielo que todo lo ha de cubrir, y entonces llegará con el silencio, el dolor, el hambre, la sed, la noche, la gran noche donde cada uno de vosotros veréis pasar frente a vuestros propios ojos todas vuestras vidas y todo el mal que habéis cometido, sé, hijitos, que todos no sois culpables, pero tenéis que meditar algo, aquel que ve que atacan sin piedad lo que os da la vida, os da el sustento de cada día, que les entrega el canto de la aves y su calor y les entrega todo sin pedirles nada y lo estáis llevando a su final y os calláis, no creéis que sois todos vosotros también, que no hicieron nada, culpables de llevar el dolor a vuestro mundo. Hoy os pido que reflexionen y que se unan, pero esta vez no sólo para orar, para estar juntos en el gran rebaño como os vengo pidiendo continuamente, sino para que se unan todos en la defensa de vuestra tierra, de ese paraíso que mi Señor os entregó y vosotros lo llevasteis a la destrucción, y levantéis vuestras voces y detengan a todos aquellos que no quieren oír y sólo quieren destruir no dándose cuenta que están por su ambición dejando a la tierra morir y con ella morirá toda especie que habita sobre ella. Yo os ruego, salid en defensa de ella, y también hoy he venido a pedirte que hagáis que mi voz sea oída en todo lugar de vuestro mundo, que este mensaje llegue a todos sin excepción y que se unan como ya hace muchos años os vengo pidiendo desde mi corazón, pero parece que no comprenden, que no quieren entender que sois todos hijos del mismo Padre y hermanos entre sí, no puedo comprender por qué en vosotros anida tanto odio, rencor y envidia y os dejáis llevar por un camino de oscuridad por el ángel desterrado, no podéis comprender que estáis caminando al borde de un filo que en un momento caerán a un abismo inmensamente oscuro y no podréis salir de él, que os será quitada vuestra alma y encadenada por los siglos de los siglos, por eso os ruego vuelvan a mi morada, confiesen vuestros pecados, recibid a mi Hijo a través del Sagrado Sacramento y cuidad de mi morada junto a vuestros Pastores, haced que mi morada, mi amada Iglesia, sea la luz de un nuevo mundo, de una nueva era y que caminen todos unidos bajo el manto misericordioso de mi eterno amor. Amados hijitos, sé que lo podéis hacer, sé que me amáis, por eso vuelvan, no me hagáis sufrir, os ruego, vuelvan a mi corazón de Madre, volved junto a vuestro Hermano y de la mano de Él a vuestro Padre y que descienda sobre cada uno de vosotros el Espíritu Santo. Hijitos, os pido que este mensaje sea enviado a todos mis hijos en el mundo y a todos aquellos que se encuentran al frente de otras religiones porque os pido y os ruego la unidad de todos para salvar vuestra tierra, vuestras vidas, y romper las cadenas que tienen atadas vuestras almas y vuelvan a vivir en libertad unidos al Corazón Inmaculado de JESÚS, mi amado Hijo, nunca os olvidéis que soy vuestra Madre y que os amo a todos vosotros pequeños amados hijitos míos. Os ruego vuelvan a los brazos de CRISTO JESÚS, vuelvan a mi morada, vuelvan a caminar de los brazos de mi Hijo y a ser verdaderos misioneros del amor, la misericordia, la justica y la paz. Amén.

SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

07/10/2010 07:00 Horas.

AVELLANEDA – PROVINCIA DE BUENOS AIRES - REPÚBLICA ARGENTINA

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