1917, estaba en su apogeo la Primera Guerra Mundial en la que morirían casi 9 millones de personas; 28 millones se contarían entre los heridos y desaparecidos. Había llegado a su fin el Imperio Austrohúngaro, corona católica, y se asistía al final de la Rusia Cristiana con la deposición del Zar dando inicio a las ideologías totalitaristas. En medio de este escenario, en momentos decisivos del inicio de una hora que será de las más obscuras de la Historia, desciende entre nosotros para socorrer a la Iglesia y a la humanidad la que es llamada Reina del Cielo y la Tierra.
Y Ella, por decreto del Padre, irrumpe en Fátima, Portugal, que antiguamente se denominaba “tierra de Santa María”. Allí, en esa tierra, María ha prometido que tras las terribles pruebas que vendrán al mundo y a la Iglesia al final la victoria es segura y es de Ella: “Mi Inmaculado Corazón triunfará”.
En 1917, frente al siglo de las tinieblas, en la hora del perverso y monstruoso asalto contra la Iglesia y contra la humanidad, Dios manifiesta su triple plan:
- fundar el Reino de María para salvar al mundo de la autodestrucción;
- para que su Hijo reine “sobre todos y sobre todo” y salvar a la Iglesia de la desaparición, aplastando con su pie virginal la cabeza del dragón, y,
- salvar a la humanidad de la condenación eterna.
Ya el Padre Maximiliano Kolbe, quien sufrió los horrores satánicos del siglo XX en primera persona, estaba convencido de ello: “El Reino del Santísimo Corazón de Jesús tomará el dominio del mundo a través de Ella” (La Inmaculada Revela al Espíritu Santo. Testimonios de Autores Católicos. Madrid. 2006). Y Ella al aparecerse en Fátima expone el gran pilar para su plan: Pedro. Es el Papa – quien ha recibido de su Hijo “el poder de abrir y cerrar las puertas del Cielo” – a quien la Virgen de Fátima le reconoce el poder de realizar sus designios, y por tanto, de salvar a la humanidad de sus espantosas tragedias y a la Iglesia de sus más terribles persecuciones y traiciones. Dos son las encomiendas: primera, en un acto solemne Consagrar a Rusia al Corazón Inmaculado de María en unión con todos los obispos del mundo; segunda, asegurarse de que fuera revelado al mundo y a la Iglesia – a la muerte de Lucía o a más tardar en el año de 1960 – el llamado Secreto de Fátima (en realidad la tercera parte de un solo y único secreto).
La primera encomienda no se ha cumplido tal y como fue pedida por el Cielo. ¿Y la segunda?
Secreto Incompleto
No pretendemos juzgar a nadie pues ese derecho no se nos ha legado. Pero sí existe una voluminosa relación de hechos y documentos que permiten afirmar, más allá de toda duda razonable, que lo revelado en el año 2000 como el Secreto de Fátima es sólo una parte –la VISIÓN y nos las PALABRAS – de lo que le revelara la Santísima Virgen a la Hermana Lucía en la tercera aparición de su manifestación, es decir, el 13 de julio de 1917.
En este caso estamos ante un tema de revelación privada en el que la Iglesia no compromete su juicio pues no se está ante un tema de fe o moral, sino que queda circunscrito a un hecho meramente histórico en el que los fieles estamos no sólo en libertad de creer o no creer en la aparición de Fátima sino incluso en disentir en la interpretación de un texto – que desde luego es opinable – que conforma parte de un secreto “supuestamente” revelado por la Madre de Dios. Y afirmamos “supuestamente” por las razones que expresaba el Vaticano en su comunicado anónimo (8/febrero/1960) para no revelar el entonces secreto:
“Aunque la Iglesia reconoce las apariciones de Fátima, no tiene el deseo de asumir la responsabilidad de garantizar la veracidad de las palabras que los 3 pastorcitos dijeron que la Virgen María les había dirigido” (Hermano Michel de la Trinité. Toda la Verdad sobre Fátima. p. 578).
O sea, la misma Iglesia en su texto anónimo ponía entonces en entredicho ¡la credibilidad de la Hermana Lucía y del mensaje de Fátima en su totalidad!
Así las cosas tenemos toda la libertad de disentir sobre lo que se ha dado a conocer a partir del año 2000 en un tema que no compromete ni la fe ni la moral de la Iglesia.
Y es claro que por más argumentaciones y documentos que puedan ser aportados, una inmensa mayoría jamás podrá admitir que la Iglesia nos haya “mentido” sobre la divulgación del Secreto. De alguna manera es un mecanismo de defensa que evita que suframos el conocer una realidad dolorosa, como una especie de pensamiento paradigmático que no permite otra hipótesis. Pero en realidad no estamos juzgando a ningún Papa, porque de hecho en el año 2000 cuando se dio a conocer la visión no se conoce hasta ahora ningún documento firmado por Juan Pablo II sobre el texto del Secreto. Más aún, Benedicto XVI, como Papa, nunca avaló su Comentario Teológico del año 2000 sobre la interpretación del Secreto que ya había adelantado el entonces Secretario de Estado Vaticano, Angelo Sodano; al contrario, durante la homilía en Fátima del 13 de mayo del 2010 con motivo del X aniversario de la Beatificación de los niños Jacinta y Francisco Marto, dijo: “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada…” (www.vatican.va).
El Pedido
La Virgen de Fátima se apareció en un evento tan formidable que fue coronado con el impresionante Milagro del Sol, precedido de una lluvia incesante durante varias horas y atestiguado por más de 70,000 personas que se encontraban en esa ocasión en Cova de Iría, para transmitir un mensaje trascendental, delicado y urgente a toda la humanidad, y que debía de ser abierto y leído al mundo o a la muerte de Lucía, o, a más tardar, en el año de 1960, lo que ocurriese primero, tal y como lo corroboró el canónigo Barthas en la conversación con la Hermana Lucía entre el 17-18 de octubre de 1946 (H. Michel. ob. cit. p.33). El caso es que esta petición expresa de la Santísima Virgen fue desoída. Aquella que es venerada como Virgo Prudentissima y que es definida como Sede Sapientiae fue en la práctica superada por la “prudencia” y “sabiduría” humana.
El Dogma de la Fe
Todo el conjunto de hechos que se acumularon desde la época de las apariciones hasta el año 2000 permite confirmar que el mensaje de Ntra. Señora es una grave advertencia de la apostasía que del mundo pasaría a la Iglesia si sus llamadas no eran escuchadas, con las gravísimas consecuencias materiales y espirituales para el futuro de la humanidad. Más aún, en la Cuarta Memoria escrita por la Hermana Lucía el 8 de diciembre de 1941, después de reproducir las dos primeras partes del secreto, añade una frase que sería, según Lucía, el inicio de las palabras de lo que aún era secreto:
“Em Portugal se conservará sempre o dogma da fé etc'.”
“En Portugal, siempre se conservará el dogma de la Fe, etc.” Esta frase explosiva dicha por la Santísima Virgen nos revela dos cosas: que el secreto son palabras que Ella pronunció (no una visión conforme se dio a conocer en el año 2000, pues el texto de la visión revelado no comienza con estas palabras); y que el etc. indica que la frase continúa… ¿Dónde quedaron pues estas palabras?
Y el asunto no es poca cosa si no fuera porque precisamente en la Cuarta Memoria, Sor Lucía – por inspiración providencial – empieza afirmando: “Después de una humilde oración junto al Sagrario y ante el Inmaculado Corazón de María, nuestra tan querida Madre del Cielo, pidiendo la gracia de no permitir ni una sola letra que no sea para su gloria”. Y más adelante escribe: “…proviniendo de mí sola, en tales casos no digo ni escribo cosa alguna” (Memorias de la Hermana Lucía. Vol 1, p. 135).
Visión y Palabras
El asunto adquiere mayor gravedad por cuanto que inmediatamente después del etc. la Virgen le dice a Lucía: “Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo”. Esta es una frase que indudablemente requiere explicación. Como se sabe, uno de los pastorcillos, Francisco, veía a la Santísima Virgen pero no oía su voz (Memorias de la Hermana Lucía. Vol. I p.139). Aquí es fácil extraer una conclusión: si el Tercer Secreto consistía sólo en la visión revelada por el Vaticano en el año 2000, Francisco la hubiera visto al igual que Jacinta y Lucía. Pero si hay una parte de la que la Virgen dice que le cuenten a Francisco es porque tal secreto abarca también las palabras de la Virgen que él no ha oído, obviamente.
Ahora se puede entender mejor por qué Francisco fue privado de la Gracia de oír a la Santísima Virgen. La razón parece que hoy queda descubierta y sirve para confirmar y desvelar esta terrible superchería.
Existen cualquier cantidad de testimonios desde los años 40’s en que siempre se hizo referencia a que el Secreto eran Palabras dictadas por la Virgen.
Por ejemplo, Juan Pablo II en 1994 se refiere a las “palabras que María dijo en Fátima a los tres pastorcillos que parecen acercarse a su cumplimiento”, es decir, que aún no se cumplen (Cruzando el Umbral de la Esperanza. Vittorio Messori. p. 216). Lo que confirma que para el año 1994 no se había verificado el contenido del Secreto. Nada que ver pues con el atentado que sufriera Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981 que la interpretación oficial nos presenta como la visión del secreto.
Asimismo, se confirma que eran palabras lo que la Virgen reveló que el propio Canónigo Barthasescribe lo siguiente con motivo del interrogatorio que se le hizo a Lucía en 1924 y que sirvió como prueba para el proceso canónico de la Beatificación de sus primos. Al contar la aparición del 13 de julio, Lucía declara: “Después la Señora nos dijo unas breves palabras (palavrinhas) insistiendo en que no se las dijéramos a nadie, excepto a Francisco solamente” (Casimir Barthas. citado porSocci. El Cuarto Secreto de Fátima. 2006. p. 127).
Y finalmente el propio Barthas interrogará a Lucía sobre el Secreto los días 17 y 18 de octubre de 1946 y confirmará que: “El texto de las palabras de Nuestra Señora fue escrito por Sor Lucía y guardado en un sobre lacrado” (Morlier. Il Terzo Segreto di Fatima. p. 196. Citado por Socci. p. 128).
Estado Crítico de la Fe
Uno de los principales estudiosos del tema de Fátima fue el Padre Joaquín María Alonso (+1981), archivero oficial de Fátima, cuyo trabajo fue escrito en 26 volúmenes y que resumía el tema del Secreto de Fátima en los siguientes puntos:
“La grave crisis de fe que padecerán las naciones; el obscurecimiento o pérdida de los dogmas de fe de numerosos países. Una crisis de fe de la Iglesia con grave negligencia de las altas jerarquías de la Iglesia y luchas intestinas en el seno mismo de la Iglesia”.
De hecho el Padre Alonso hablaba de las défallances de las altas jerarquías. Y esto se traduce como desfallecimiento, colapso, desmayo, hundimiento, insuficiencia, debilidad, inobservancia, crisis.
En esta línea los propios Pontífices desde Pío X hasta Benedicto XVI han reconocido y denunciado el momento presente con palabras de excepcional gravedad.
Por ejemplo Paulo VI llegó a evocar el final de los tiempos: “Hay una gran turbación en este momento en el mundo de la Iglesia, y lo que está en entredicho es la fe. A veces me pregunto a mí mismo la frase obscura de Jesús en el Evangelio de San Lucas: ‘Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?’ A veces vuelvo a leer el Evangelio del final de los tiempos y constato que en este momento emergen algunas señales de este final. ¿Estamos cerca del fin?” (Guitton. Paulo VI Secreto. 1980).
También tenemos palabras gravísimas de Juan Pablo II:
“Tenemos que admitir con realismo y con sentimientos de intenso dolor que los cristianos se sienten hoy perdidos, confundidos, perplejos y hasta decepcionados: se difunden abundantemente ideas contrarias a la verdad revelada, que siempre se enseñó; en el campo del dogma y de la moral se propagan herejías, en el sentido más amplio y más propio de la palabra (…), se altera la liturgia; inmersos en un relativismo intelectual y moral y, por lo tanto, en la permisividad, los cristianos se sienten tentados por el ateísmo, por el agnosticismo, por un iluminismo vagamente moral y por un cristianismo sociológico, desprovisto de dogmas definidos o de una moral objetiva” (L’Osservatore Romano 7 de febrero de 1981).
Y más dramáticas y la mar de claras son las palabras que pronunció el 13 de mayo de 1982 para agradecer la protección en el atentado que sufriera en el año anterior, cuando afirmó que la Virgen mostraba su profunda preocupación por las “ciudades amenazadas por la apostasía y por la degradación moral que llevan consigo la amenaza de su derrumbe” y, más adelante, prosiguió: “la invitación evangélica a la penitencia y a la conversión, expresada en las palabras de la Madre, continúa todavía actual. Más actual que hace sesenta y cinco años atrás. Y hasta más urgente (…). El sucesor de Pedro se presenta aquí también como testimonio de los inmensos sufrimientos del hombre, como testimonio de las amenazas casi apocalípticas que se ciernen sobre las naciones y sobre la humanidad” (www.vatican.va).
Finalmente, las palabras del entonces Cardenal Ratzinger en el famoso Viacrucis del Viernes Santo del 2005, en la Novena Estación: “Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios” (www.vatican.va).
Y las palabras que dirigió Juan Pablo II el 13 de mayo del 2000 con la ocasión de la Beatificación de los niños videntes: “Y apareció otra señal en el cielo: un gran dragón (Ap. 12, 3) palabras que nos hacen pensar en la gran lucha que se libra entre el bien y el mal… El mensaje de Fátima es un llamado a la conversión alertando a la humanidad para que no siga el juego del dragón, que, con su cola, arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra (Ap. 12, 4)” (www.vatican.va).
No puede pues ignorarse que tanto Paulo VI – en 1967 – y Juan Pablo II – en 1982 y luego en el año 2000 – en los discursos pronunciados en el Santuario de Fátima siempre han evocado el pasaje del Apocalipsis. Que por lo demás, la confirmación llega de la fuente de mayor autoridad, la propia Hermana Lucía, que en sus rarísimas manifestaciones públicas pero auténticas, relacionó explícitamente la Tercera parte del Secreto con el Apocalipsis: “Está todo en los Evangelios y en el Apocalipsis, leedlos”. Llegó a indicar incluso de forma precisa los capítulos VIII y XIII del Apocalipsis (H. Michel. T.III. p. 533).
Palabras del Cardenal Ratzinger
Fue muy conocida la entrevista que concedió el entonces Prefecto para la Doctrina de la Fe al periodista Vittorio Messori en el año 1984 y que fue publicado en la revista paulina Jesus el 11 de noviembre con el título “Por eso la fe está en peligro”. Y en la parte conducente sobre el tema del Secreto de Fátima, a la pregunta del periodista si ya ha leído el secreto, el Cardenal contestó “sí, lo he leído”; y a la repregunta por qué no ha sido revelado, el Cardenal contestó entre otras cosas, y esto es lo que queremos subrayar, lo siguiente: “Si no se publica, al menos por ahora, es para evitar que se confunda la profecía religiosa con el sensacionalismo”.
Entonces, si el Tercer Secreto fuera únicamente la visión profética del atentado contra el Papa conforme se reveló en el año 2000, no se entiende por qué el Cardenal Ratzinger en 1984 (es decir, 3 años después del atentado que sufriera Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en 1981 y que fue la interpretación que dio el Secretario de Estado Vaticano, Angelo Sodano, sobre la visión) habría de decir que debía evitarse la publicación “para evitar el sensacionalismo”. La pregunta es ¿cuál es el sensacionalismo de un atentado que ya se produjo y que ya no tiene nada de dramático?... O al menos que en 1984 Ratzinger hablaba del Tercer Secreto como algo que podía desencadenar el “sensacionalismo” a causa de la “profecía religiosa” que contiene el secreto, pero entonces aquí no se está refiriendo a la visión – de apariencia inocua – sino de otro texto. Más aún, en el Comentario Teológico que hace el propio Ratzinger en el 2000 dice algo muy distinto a lo que dijo en 1984: “Quien lee con atención el texto del llamado Tercer Secreto(…) tal vez quedará desilusionado o asombrado (…). No se revela ningún gran misterio; no se ha corrido el velo del futuro”.
Nos negamos a admitir que el mismo Cardenal Ratzinger, de preclara inteligencia, gran sabiduría y prudencia, a propósito del texto dé dos juicios tan contradictorios. O el prelado se contradice completamente o las dos opiniones en realidad se refieren a dos textos distintos, uno con la visión y otro con las misteriosas palabras dictadas por la Santísima Virgen.
A mayor abundamiento, a sólo cuatro años de que se revelara el Secreto en el año 2000, el 13 de octubre de 1996, el Cardenal Ratzinger celebró en Fátima una conferencia de prensa – muy poco conocida –, y a la puntual pregunta sobre la futura divulgación del Secreto, contestó el prelado lo siguiente: “La divulgación del Secreto debe realizarse sólo cuando no haya riesgo de crear unilateralidad y desequilibrios, concentrados únicamente en los detalles; la revelación debe producirse sólo cuando pueda entenderse que este hecho ayuda al progreso de la fe” (Miguel Aura. Totus Tuus. p.137).
Entonces, si lo revelado en el 2000 es la visión del Santo Padre que sale medio tembloroso de una ciudad medio en ruinas para posteriormente ser asesinado, ¿dónde están los “detalles” que han impedido durante tantos años su divulgación, “detalles” tan explosivos como para llegar a poner en crisis, según Ratzinger, el “progreso de la fe”? Por tanto, en el texto de la visión no se encuentran detalles explosivos; más aún, el prelado ha dicho que el texto dejaría “desilusionado a la mayoría pues no se descubre ningún misterio”. Así es, la visión nos muestra sólo un conmovedor retrato de la Iglesia de los mártires encabezada por el Papa.
Repetimos, ¿el Cardenal Ratzinger no podría estarse refiriendo en 1996 a otro texto? ¿Cuál era ese detalle violento que podría monopolizar la atención de la opinión pública con el riesgo de resultar explosivo para la Iglesia? ¿No será más bien que él aludía a esas enigmáticas palabras que la Virgen reveló después de la frase “en Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc.”?
En descargo a favor del Cardenal Ratzinger, compartiendo con él las angustiosas palabras que pronunció durante la Misa de Ascensión al Pontificado el 24 de abril del 2005 en la Plaza de San Pedro: “Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”, toda su intervención que condensa el Comentario Teológico que hizo de la visión revelada en el año 2000 estabacondicionada a la “interpretación” que había hecho ya el Secretario de Estado Vaticano,Angelo Sodano, el 13 de mayo del 2000, por lo que a él sólo le correspondía señalar algunos aspectos de reflexión de una interpretación ya definida. Diría el Cardenal Ratzinger: “Antes de iniciar un intento de interpretación, cuyas líneas esenciales se pueden encontrar en la comunicación que el Cardenal Sodano pronunció el 13 de mayo…” Y luego más adelante dirá: “Llegamos así, finalmente, a la Tercera parte del Secreto de Fátima (…). Como se desprende de la documentación precedente, la interpretación que el Cardenal Sodano ha dado en su texto del 13 de mayo”. Y al final vuelve a insistir: “Ante todo, debemos afirmar con el Cardenal Sodano que los acontecimientos a los que se refiere la Tercera parte del Secreto parecen pertenecer ya al pasado”. Así es, aunque parezca increíble, fue el Secretario de Estado y no el Prefecto para la Doctrina de la Fe el que marcó la pauta de la interpretación de un secreto contenido en una revelación privada. Luego entonces, el Cardenal Ratzinger tenía, de hecho, las manos atadas.
Lucía habla
A raíz de la tormenta que desataron las declaraciones de la Hermana Lucía al Padre Agustín Fuentes en su entrevista del 26 de diciembre de 1957, las visitas a la religiosa fueron restringidas a sus familiares y a algunos antiguos amigos de toda la vida. Ella estuvo obligada a guardar silencio desde entonces.
Estos son algunos aspectos que le reveló la Hermana Lucía al Padre Fuentes en esa entrevista:
“El Diablo estaba en vísperas de emprender una batalla decisiva contra la Beata Virgen” (…) “Rusia será el instrumento escogido por el Cielo para castigar al mundo entero si antes nosotros no obtenemos la conversión de esa desgraciada nación” (…) “La Santísima Virgen no me ha dicho explícitamente que hemos llegado al final de los tiempos, pero hay tres razones que me llevan a creerlo así. La primera razón es que Ella me dijo que el Diablo está empeñado en emprender una batalla decisiva contra la Virgen” (…). “La segunda razón es que Ella decidió dar al mundo los dos últimos remedios contra el mal que son el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María” (…). “Y la tercera razón es que cuando Dios se ve obligado a castigar al mundo Él nos ofrece entonces la última posibilidad de salvación: la intervención de su Santísima Madre”.
Este dramático panorama no empata con la visión revelada en el 2000. Esta apostasía se deja translucir y es confirmada por varias fuentes. El 17 de marzo de 1990, el Cardenal Oddi dio el siguiente testimonio al periodista italiano Lucio Brunelli en el diario Il Sabato: “En el tercer secreto la Virgen Bendita nos alerta contra la apostasía en la Iglesia”. (Crusader #33, pg. 14 y transcrito del periódico "Medjugorje" n. 40 Julio-Agosto 1991). A este testimonio hay que agregar el del Cardenal Mario Luigi Ciappi – fallecido en 1997 – teólogo personal de Juan Pablo II, quien comunicó en Salzburgo al catedrático Baumgartner, del cual Pío XII era amigo personal, que en el tercer Secreto se dice, entre otras cosas, “que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldría de la cúspide de la Iglesia” (Padre Gerard Mura. The Third Secret of Fatima, Has it Been Completely Revealed? The Periodical Catholic. Published by The Transalpine Redentorists, Orkney Isles, Scotland, Great Britain. March 2002).
Conclusión
Como se dijo al principio, existe abundante documentación de la existencia de dos textos del Secreto de Fátima, y quien confirma este aserto, entre otros muchos, es el que ahora será nombrado Cardenal por el Papa Francisco, el casi centenario Loris Francesco Capovilla, quien fuera secretario de Juan XXIII, según lo relata Solideo Paolini en su libro Fatima, Non Disprezzate la Profecie (2005).
Uno pues contiene la visión y otro contiene las palabras de la Santísima Virgen
La existencia de dos documentos (el primero en formato de una carta escrita en una sola hoja de papel, y el otro en un cuaderno) es claramente testificada por varios testigos creíbles, incluyendo Sor Lucía; citados principalmente en el libro del Hermano Michel. Las fuentes y los propios testimonios del Hermano Michel de la Trinité nunca han sido desafiados; por lo tanto, él es también un testigo que debe ser considerado auténtico y digno de toda credibilidad. El libro del Hermano François de Marie des Anges, Fátima: Tragedy and Triumph (Fátima: La Tragedia y el Triunfo) una versión en sumario de The Third Secret (el Tercer Secreto), también aporta información precisa para el propósito de los dos textos. El hermano François es también un reconocido erudito de Fátima.
El propósito es establecer que existen dos manuscritos originales escritos por Sor Lucía acerca del Tercer Secreto y que ambos documentos estuvieron a disposición de la Jerarquía de la Iglesia.
La siguiente tabla arroja los hechos diferentes sobre cada documento, el cual nos otorga la prueba adicional de que existen de hecho dos manuscritos para el Tercer Secreto de Fátima.
El texto número uno contiene las palabras de Nuestra Señora que conforman el secreto de Fátima. Por su parte, el texto número dos contiene la visión del secreto de Fátima que fue publicada por el Vaticano el 26 de junio del 2000.
Tercer Secreto texto nº 1
según varios testigos
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Tercer Secreto texto nº 2 divulgado por el Vaticano el 26 de Junio, 2000
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Contiene palabras de Nuestra Señora.
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No contiene ninguna palabra de Nuestra Señora.
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Transferido al Santo Oficio el 16 de abril, 1957.
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Transferido al Santo Oficio el 4 de abril, 1957.
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Escrito en una sola hoja de papel.
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Escrito en 4 hojas de papel.
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Más o menos 25 reglones de texto.
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62 reglones de texto.
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Escrito el 9 de enero de 1944.
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Escrito el 3 de enero de 1944.
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Leído por Juan Pablo II en 1978.
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Leído por Juan Pablo II el 18 de julio, 1981.
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El Papa Juan Pablo II consagró el mundo el 7 de junio de 1981 después de leer el texto de 1978.
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El Papa no leyó este texto antes de su acto de consagración del mundo el 7 de junio, 1981.
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Escrito como una carta (dirigida y firmada).
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No escrito como una carta (no dirigida ni firmada), pero como un apunte en el cuaderno de Sor Lucía.
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Guardado al lado de la cama del Papa.
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Guardado en el edificio del Santo Oficio.
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Explica la visión.
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Recuenta la visión.
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Contiene expresiones dialectales del idioma portugués.
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No contiene expresiones dialectales del idioma portugués
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Hay mucho más, pero esto abre una ruta sobre otros aspectos que iremos profundizando en próximos artículos. Ya el reloj de la Historia marca inexorablemente muy pronto el comienzo de grandes sucesos que revelarán un antes y un después dentro del Plan de Dios y la batalla final entre la Mujer y el Dragón.