“Queridos hijos, hoy los invito a orar por mis intenciones para que los pueda ayudar. Hijitos, recen el Rosario y mediten los misterios del Rosario, porque también ustedes en su vida atraviesan por alegrías y tristezas. De ese modo, convierten los misterios en su vida, porque la vida es un misterio hasta que no la ponen en las manos de Dios. Así tendrán la experiencia de la fe, como cuando Pedro encontró a Jesús, y el Espíritu Santo le llenó su corazón. También ustedes, hijitos, están llamados a testimoniar viviendo el amor con que Dios los envuelve día a día con mi presencia. Por eso, hijitos, sean abiertos y oren con el corazón en la fe. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
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