A unos días del 98° aniversario de las apariciones de la Virgen en Fátima, dos peticiones expresas del Cielo siguen sin el debido y total cumplimiento. Una de estas peticiones, el Secreto. En efecto, según lo escrito por Lucía en su Cuarta Memoria de Diciembre de 1941, el texto del Secreto de Fátima aún no podía darse a conocer al mundo, pero ella dijo que sí podía decir que el Secreto comenzaba con las siguientes palabras: “En Portugal, siempre se conservará el dogma de la Fe, etc.” Pero el hecho es que estas palabras no aparecen en la visión que dio a conocer la Jerarquía de la Iglesia en el año 2000. Entonces, ¿qué se puede decir al respecto?
Las Pruebas
Con base a las pruebas que se han documentado hasta ahora, y que se han desarrollado desde 1960 hasta los días de hoy, el Tercer Secreto tiene las siguientes características:
- Su contenido es tan terrible que Sor Lucía solo llegó a ponerlo por escrito con la intervención directa de la Virgen María en 1944; ella tuvo una especie de parálisis que no podía explicarse por causas naturales (Frère Michel de la Sainte Trinité, The Third Secret, p. 45).
- Consta de dos partes, una de las cuales contiene las palabras de la Santísima Virgen, que son la “lógica continuación” de su frase “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc“.
- Está escrito en una única hoja que contiene unas 25 líneas de texto.
- Está escrito bajo la forma de una carta dirigida al Obispo de Leiría-Fátima dentro de un sobre lacrado.
- Es un texto que estaba custodiado en el aposento pontificio, en un pequeño cofre junto a la cama del Papa.
- Es un texto que contiene expresiones difíciles, expresiones dialectales en lengua portuguesa, de tal suerte que al Papa Juan XXIII no le fue posible leerlo sin una traducción escrita preparada en 1959, con la ayuda de Mons. José Pablo Tavares.
- Asimismo, Juan Pablo II tendría dos lecturas; la primera en 1978, según el dicho de su portavoz Joaquín Navarro Vals, y la segunda, en 1981, en el Policlínico Gemelli, después de su atentado.
- Es un texto cuya profecía se volvería más clara en 1960, año en el cual estaba ya anunciado el Concilio Vaticano II (que tendría consecuencias y aplicaciones desafortunadas).
Texto del año 2000
El documento publicado por el Vaticano en el 2000 no corresponde a ninguno de estos elementos.
Pero hay otros aspectos del Secreto, también revelados antes del 26 de junio 2000, que no corresponden a la visión del “obispo vestido de blanco”, expresando una abundante cantidad de pruebas indicando que el texto del Tercer Secreto consistía de:
- una “admonición divina” acerca de alteraciones “suicidas” en la liturgia, en la teología y en el alma de la Iglesia (Cardenal Pacelli, futuro Papa Pío XII, en 1931);
- una predicción según la cual, después de 1960 “el demonio atacaría a las almas consagradas para arrancárselas a Dios“, haciendo que “los religiosos y los sacerdotes fracasen en su sublime vocación y arrastrarán consigo al infierno a numerosas almas” y que “naciones desaparecerán sobre de la faz de la tierra” (Sor Lucía al Padre Agustín Fuentes, Postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco en 1957);
- un texto “diplomáticamente” acallado por “la gravedad de su contenido” y que predice, después de 1980, “grandes pruebas” y “tribulaciones” para la Iglesia que “ya no es posible alejar”, y la destrucción de “partes enteras de la tierra” donde “de un momento a otro millones de hombres perecerán” (Juan Pablo II, en Fulda, 1980);
- una “profecía religiosa“, concerniente a los “peligros amenazando a la fe y a la vida del cristiano y por tanto la del mundo” (Cardenal Ratzinger en 1984);
- asuntos que habrían podido desencadenar “una utilización sensacionalista de su contenido” (Cardenal Ratzinger en 1985);
- una predicción de la apostasía en la Iglesia, que “comenzará de su vértice” (Cardenal Ciappi) en 1995);
- “detalles” que causarían “desequilibrio” en la Iglesia (Cardenal Ratzinger en 1996);
- una advertencia de un castigo material para el mundo, el cual acompañaría la gran apostasía en la Iglesia, como aquella predicha por la Virgen de Akita en 1973, cuyo mensaje es “esencialmente el mismo” que el de la Virgen de Fátima (el Cardenal Ratzinger a Howard Dee, en 1998);
- una amonestación a fin de que se evite que “la cola del dragón” (el diablo), de la que se habla en el libro del Apocalipsis (12,3-4) que arrastra hacia abajo la tercera parte “de las estrellas”, es decir, los sacerdotes y las otras almas consagradas (Papa Juan Pablo II en la homilía del 13 de mayo del 2000).
El “obispo vestido de blanco”… no es todo.
La visión del “obispo vestido de blanco”, no incluye en sí ninguno de estos elementos. Esta salida de un “obispo vestido de blanco” “medio tembloroso y con paso vacilante de una ciudad medio en ruinas”, es un hecho futuro que no ha sucedido. Como lo dijera el entonces Papa Benedicto XVI, el 13 de mayo de 2010 cuando exclamó: “Se engaña quien piense que la misión profética de Fátima ha terminado”
¿Entonces? El secreto tiene dos aspectos: el espiritual y el material.
En el orden espiritual estaría la apostasía y división en las altas cimas de la Iglesia. En la carta dirigida al Profesor Baumgartner, el Cardenal Mario Luigi Ciappi reveló: “que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldría de la cúspide de la Iglesia.” Esto corresponde a lo que se lee en el Libro de las Lamentaciones: “Nunca creyeron los reyes de la tierra, ni cuantos moran en el mundo que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de Jerusalén” (Lam 4:12). Lo que se predice aquí es que los secuaces del Demonio lograrán entrar hasta adentro de la misma Iglesia.
La frase con la que inicia el texto del Secreto “En Portugal, siempre se conservará el dogma de la fe, etc“. indica que en el resto de las naciones no se conservará la fe, y desde luego se debe incluir Roma. De ahí el terrible y contundente anuncio de Nuestra Señora en La Salette: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo“; muy en sintonía con textos de la Escritura como el que anuncia Pablo a los de Tesalónica: “Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la Apostasía y ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo santo de Dios y proclamarse dios a sí mismo” (II, 2).
Así, pues, el Tercer Secreto de Fátima revela el misterio de iniquidad (2 Tes 2,7), la falsa iglesia católica —la contra iglesia, la anti-iglesia— que es el misterio del Dragón, cuya cola derribó la tercera parte de las estrellas del Cielo, esto es, la tercera parte de la Jerarquía católica bajo el liderato de una Iglesia Falsa y de un Papa espurio. Veamos pues las condiciones de este cisma que ya toca a las puertas. La siguiente cita es de Ana Catalina Emmerick (1774-1824), beatificada el 3 de Octubre del 2004, religiosa agustina, mística extraordinaria, rodeada de innumerables dones. El 13 de mayo de 1820 –exactamente 97 años antes de la primera aparición de Fátima– tuvo la siguiente visión: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas… y vi cuán funestas serían las consecuencias de esta falsa iglesia… esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo“.
En el orden material es extremamente importante observar que la II Guerra Mundial significó tan sólo el comienzo de los castigos anunciados. Si los hombres no se arrepienten ni enmiendan sus vidas, otros castigos más terribles vendrán. Nuestra Señora anunció específicamente el castigo de la II Guerra Mundial cuando dijo: “La guerra está llegando a su fin” la Primera Guerra Mundial, 1914-1918–; “pero si no dejan de ofender a Dios una peor sobrevendrá durante el pontificado de Pío XI“. Este castigo ya ha ocurrido. El anunciado castigo al mundo “por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre,” es una advertencia profética mucho más amplia, que sólo se ha cumplido parcialmente. Si se va a realizar o no –todo indica que sí se llevará adelante el castigo–; lo único que podemos hacer con nuestra oración es disminuirlo en duración e intensidad, depende de si las peticiones del Cielo sean atendidas o no. La revelación del castigo, en su totalidad, consta en la Tercera parte, aún no publicada, del Tercer Secreto — si bien se hace mención a él de modo muy genérico en la Segunda parte. Lo que ha dicho Nuestra Señora sobre el castigo en la Segunda parte del Secreto es esto: “Si atendieren a mi pedido, Rusia se convertirá y habrá paz; si no ella esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.”
El Papa Pío XII ya se había referido a esto cuando declaró en 1945: “El mundo se encuentra al borde de un precipicio aterrador. (…) Los hombres deben prepararse para un sufrimiento de tal envergadura que jamás ha sido visto por la Humanidad.” El Papa Benedicto XVI, el 1° de enero de 2007, hablando a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro ha expresado su “temor por una posible catástrofe atómica. Ello lleva a los ánimos atrás en el tiempo, a las ansias enervantes del periodo de la así llamada guerra fría. Después de entonces se esperaba que el peligro atómico hubiera sido definitivamente conjurado y que la humanidad pudiera al fin dar un duradero suspiro de alivio. Lamentablemente – prosigue el Santo Padre − sombras amenazadoras siguen amenazando en el horizonte de la humanidad”. El Pontífice parece evocar un peligro inminente: “¡Está en juego el destino de la familia humana entera!”
Y ha concluido precisamente con una invocación a María Santísima: “A la Reina de la Paz, Madre de Jesucristo, ‘nuestra paz‘ (Ef 2,14), encomiendo mi insistente plegaria por la humanidad entera al comienzo del año 2007, que miramos −aun entre peligros y problemas− con corazón colmado de esperanza”.
El Papa Juan Pablo II declaró en Portugal que “el Mensaje de Fátima impone una obligación a la Iglesia”. Debido a las inconmensurables consecuencias catastróficas, derivadas de no atender la petición del Cielo, el teólogo Alemán Obispo Rudolph Graber, declaró que el no cumplimiento del Mensaje y de las peticiones de Nuestra Señora de Fátima se podría caracterizar como “un crimen contra la Humanidad”.
El destino material y espiritual de la humanidad recae sobre nosotros. Y todo parece que nos empeñamos por el peor y más terrible camino.
Autor: Luis Eduardo López Padilla y publicado en http://www.apocalipsismariano.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario