Visión y Proposito



Nuestra visión y propósito, en perfecta obediencia al mandato de Jesús Nuestro Señor de "DISCERNIR LOS SIGNOS Y SEÑALES DE LOS TIEMPOS", es el difundir los Mensajes que para este tiempo final, Dios Padre esta recordando y explicitando a su Iglesia y al mundo a través de sus dos Ungidos y Testigos, es decir, los CORAZONES UNIDOS Y TRIUNFANTES DE JESÚS Y MARÍA, y así poder contribuir con su plan en el llamado y preparación de los DISCÍPULOS DEL FIN DE LOS TIEMPOS.


En cuanto a las Revelaciones y Profecías Privadas, que se publica en este Blog, en virtud de la derogación de los cánones 1399 y 2318 del Código de Derecho Canónico y de la vigencia del Decreto del Papa Urbano VIII, SOLO AL SANTO MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA le corresponde determinar sus AUTENTICIDAD Y CARÁCTER SOBRENATURAL, a cuya decisión final dócilmente nos sometemos, sin olvidar, a San Pablo que nos exhorta: " No despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno" 1ra. de Tesalonicenses 5;20 y San Juan Evangelista que nos profetiza: " Pero cuando EL, el Espíritu de la verdad, venga, os guiará a toda la verdad,...... y os hará saber lo que habrá de venir." Jn 16;13.

Sin embargo, ya que, la Iglesia no objeta en principio el difundir estas revelaciones privadas, mientras se las estudia por su contenido y frutos, esperamos que no se las busque por la sola satisfacción de la curiosidad, sino por un deseo VERDADERO DE CONVERSIÓN Y SALVACIÓN para el Alma, traducido en la realización de obras de Misericordia Concretas.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

Fuerte denuncia del Nuncio apostólico en Argentina: “El Papa es abandonado también por Sacerdotes y Obispos”

Presentamos el texto de una homilía del Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Adriano Bernardini, publicada originalmente por la agencia AICA, y pronunciada con ocasión de la apertura de la asamblea de las Obras Misioneras Pontificias en la fiesta de la Cátedra de San Pedro. En la misma, el Arzobispo Bernardini se refirió a los ataques contra el Vicario de Cristo por su fidelidad a la Verdad y al abandono que sufre no sólo por parte de sus enemigos sino incluso de los ministros de la Iglesia.


 Homilía del Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Adriano Bernardini, en la Santa Misa de apertura de la Asamblea de las OMP

(Buenos Aires, 22 de febrero de 2011)

"Es con verdadero placer que una vez más me encuentro en esta Sede de las Pontificias Obras Misioneras, para reunirme con todos ustedes tan empeñados en este apostolado. A todos auguro un nuevo año de trabajo en el espíritu de la Liturgia de hoy, festividad de la Cátedra de San Pedro, y sobre todo en el trozo del Evangelio que acabamos de leer.

"Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella" (Mt. 16,18)

Este texto de Mateo contiene dos elementos muy importantes:

-El primado de pedro y el de sus Sucesores en la Iglesia, que Cristo ha fundado, y por lo tanto del Santo Padre;

-La asistencia de Jesús a su Iglesia contra las fuerzas del mal.

Damos por descontado el primer punto, fundamental para la Iglesia, porque sin este primado de Pedro y la comunión con el mismo, no existe la Iglesia Católica. Permítanme, en cambio, algunas reflexiones sobre el segundo punto: las fuerzas del Mal, que Mateo llama "el poder de la Muerte".

Asistimos hoy a un ensañamiento muy especial contra la Iglesia Católica en general y el Santo Padre en particular. ¿Por qué todo esto? ¿Cuál es el motivo principal? Lo podemos enunciar en pocas palabras:

¡Es la Verdad que nos da el Mensaje de Cristo!

Cuando esta Verdad no se opone a las fuerzas del mal todo va bien. En cambio, cuanto presenta la mínima oposición, surge una lucha que se hace calumnia, odio e incluso persecución contra la Iglesia y más específicamente contra la persona del Santo Padre.

Veamos algún punto de la historia, que es "la maestra de la verdad" :

Los años inmediatamente subsiguientes al Vaticano II transcurren en una euforia general para la Iglesia y en consecuencia para el Papa. Pero es suficiente la publicación de la "Humanae Vitae", con la que el Santo Padre confirma la doctrina tradicional, en base a la cual el acto conyugal y el aspecto procreativo no pueden ser lícitamente separados, que estallan las críticas mas feroces contra Pablo VI, que hasta aquel momento había agradado al mundo. Sus simpatías por Jacque Maritain y por el humanismo integral habían abierto las esperanzas de los ambientes modernistas internos a la Iglesia y al progresismo político y mundano.

Lo mismo se repite más veces en el largo pontificado de Juan Pablo II. Cuando es elegido, las élites culturales occidentales están fascinadas por la lectura marxista de la realidad. Juan Pablo II no se adapta a este embarazoso conformismo cultural y traba con el comunismo un duelo muy duro, que lo lleva sin más a ser un blanco físico de un oscuro proyecto homicida.

Lo mismo le sucederá siempre a Juan Pablo II con respecto a la Bioética, sobre todo con la publicación de la "Evangelium Vitae" del 1995, un compendio sólido y sin detracciones sobre las principales cuestiones de la vida y de la muerte.

Y ahora, siempre por el amor a la "Verdad verdadera y Evangélica", el blanco se ha vuelto sobre Benedicto XVIYa marcado con desprecio en los años precedentes como "guardián de la fe", apenas elegido, acogido de inmediato por los comentaristas de todo el mundo con una mezcla de sentimientos, que iban de la rabia al miedo, al verdadero y propio temor.

Ahora, una cosa es cierta: El Papa Benedicto imprimió a su pontificado el sello de continuidad con la tradición milenaria de la Iglesia y sobre todo de purificaciónSí, porque a la inseguridad de la fe siempre le sigue la ofuscación de la moral.

En realidad, si queremos ser sinceros, debemos reconocer que año tras año ha aumentado, entre teólogos y religiosos, hermanas y obispos, el grupo de cuantos están convencidos que la pertenencia a la Iglesia no comporta el conocimiento y la adhesión a una doctrina objetiva.

Se ha afirmado un catolicismo "á la carte", en el cual cada uno elige la porción que prefiere y rechaza el plato que considera indigesto. En la práctica un catolicismo dominado por la confusión de los roles, con sacerdotes que no se aplican con empeño a la celebración de la Misa y a las confesiones de los penitentes, prefiriendo hacer otra cosa. Y con laicos y mujeres que buscan sustraer un poco por vez, el lugar al sacerdote para ganarse un cuarto de hora de celebridad parroquial, leyendo la oración de los fieles o distribuyendo la comunión.

He aquí que el Papa Benedicto, precisamente por su fidelidad a la "Verità"  hace una cosa que escapó a la atención de muchos comentaristas: trae de nuevo, integralmente, el credo en la fórmula del concilio de Constantinopla, es decir en la versión normalmente contenida en la Misa. El mensaje es claro: recomenzamos de la doctrina, de los contenidos fundamentales de nuestra fe. "Sí, porque -escribe el teólogo y Pontífice Ratzinger- el primer anuncio misionero de la Iglesia hoy es puesto en peligro por teorías de tipo relativista, que entienden justificar el pluralismo religioso, no solo "de facto", sino también "de jure".

La consecuencia de este relativismo, explica el futuro Benedicto XVI, es que se consideren superadas una serie de verdades, como por ejemplo: el carácter definitivo y completo de la revelación de Cristo; la naturaleza de la fe teologal cristiana con respecto a la creencia en las otras religiones; la unicidad y la universalidad salvífica en el misterio de Cristo; la mediación salvífica universal de la Iglesia; la subsistencia en la Iglesia Católica de la única Iglesia de Cristo.

He aquí, por lo tanto, la Verdad como causa principal de esta aversión y diría casi persecución al Santo Padre. Una aversión que tiene como consecuencia práctica su sentirse solo, un poco abandonado.

¿Abandonado de quién? ¡He aquí la gran contradicción! Abandonado por los opositores a la Verdad, pero sobre todo de ciertos sacerdotes y religiosos, no sólo Obispos, pero no de los fieles.

                                                                                                                                                                     

Así el clero está atravesando una cierta crisis, en el episcopado prevalece un bajo perfil, no obstante los fieles de Cristo están aún con todo su entusiasmo. Obstinadamente continúan rezando y van a Misa, a frecuentar los Sacramentos y a rezar el Rosario. Y sobre todo esperan en el Papa. Hay un sorprendente punto de solidez entre el Papa Benedicto y el Pueblo, entre el hombre vestido de blanco y las almas de millones de cristianos. Ellos entienden y aman al Papa. ¡Esto porque su fe es simple!. Por otra parte es la simplicidad la puerta de ingreso a la Verdad.

Durante esta Celebración Eucarística pidamos al buen Dios y a la Virgen poder formar parte, también nosotros de este tipo de cristianos".


Mons. Adriano Bernardini, Nuncio Apostólico

Fuente: AGENCIA INFORMATIVA CATÓLICA ARGENTINA (AICA)

http://www.aica.org/docs_blanco.php?id=932

2 comentarios:

  1. Pbro. Nicola Bux, teólogo y consultor de la Oficina de las Celebraciones del Papa.

    ¿Son los abusos litúrgicos causa de la inasistencia a misa?

    Roma (Italia), 8 Mar. 11 (AICA)

    Un debilitamiento de la fe y la disminución del número de fieles podrían atribuirse a los abusos litúrgicos y a las misas malas, es decir, las que traicionan su sentido original y donde, en el centro, ya no está Dios sino el hombre con el bagaje de sus preguntas existenciales. Esta es la tesis que sostiene el presbítero Nicola Bux, teólogo y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las Celebraciones del Sumo Pontífice, según lo informa un despacho de la agencia internacional Zenit.

    Presentando en Roma el pasado 2 de marzo, su libro “Cómo ir a misa y no perder la fe” (Come andare a Messa e non perdere la fede), el padre Bux arremete contra el giro antropológico de la liturgia.

    En las páginas del volumen, especie de vademecum para la supervivencia a las misas modernas, Bux replica a quienes criticaron a Benedicto XVI, acusándolo de haber traicionado el espíritu conciliar. Al contrario –sostiene el teólogo– los documentos del Concilio Vaticano II fueron traicionados precisamente por estas personas, obispos y sacerdotes a la cabeza, que alteraron la liturgia con “deformaciones al límite de lo soportable”.

    Asistir a una celebración eucarística pueda significar encontrarse ante las formas litúrgicas más extrañas, con sacerdotes que discuten de economía, política y sociología, hilvanando homilías en las que Dios desaparece. Proliferan los ensayos de antropología litúrgica hasta reducir a esta dimensión los mismos signos sacramentales “ahora llamados –es la denuncia de Bux– preferiblemente símbolos”. La cuestión no es pequeña: afrontarla supone ser tachados de anticonciliares.

    Todos se sienten con el derecho de enseñar y practicar una liturgia "a su manera", tanto que hoy es posible asistir, por ejemplo, “a la afirmación de políticos católicos que, considerándose ‘adultos’, proponen ideas de Iglesia y de moral contrarias a la doctrina”.

    Entre los que iniciaron este cambio, el presbítero Bux recuerda a Karl Rahner el cual, a raíz del Concilio, denunciaba la reflexión teológica entonces imperante que, en su opinión, se mostraba poco atenta u olvidadiza de la realidad del hombre.

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  2. Continuación...

    El jesuita alemán sostenía en cambio que todo discurso sobre Dios brotaría de la pregunta que el hombre plantea sobre sí mismo. En consecuencia –esta es la síntesis– la tarea de la teología debería ser la de hablar del hombre y de su salvación, planteando las preguntas sobre sí y sobre el mundo. Un pensamiento teológico que, con triste evidencia, fue capaz de generar errores, el más clamoroso de los cuales es el modo de entender el sacramento, hoy ya no sentido como procedente de lo Alto, de Dios, sino como participación en algo que el cristiano ya posee.

    “La conclusión que saca de ello Häuβling –recuerda Bux– es que el hombre en los sacramentos acabaría por participar en una acción que no corresponde realmente con su exigencia de ser salvado”, ya que prescinde de la intervención divina. A semejante tesis "sacramental", y a la derivación anexa de la liturgia, responde Joseph Ratzinger, que ya en el dorso del volumen XI "Teología de la liturgia” de su Opera omnia escribe: “En la relación con la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia”.

    La liturgia es sagrada si tiene sus reglas. Pese a ello, si por un lado el ethos, o sea la vida moral, es un elemento claro para todos, por otro lado se ignora casi totalmente que existe también un “ius divinum”, un derecho de Dios a ser adorado. “El Señor es celoso de sus competencias –sostiene Bux–, y el culto es lo que le es más propio. En cambio, precisamente en el campo litúrgico, estamos frente a una desregulación”.

    Subrayando, en cambio, que sin ius el culto necesariamente se vuelve idolátrico, en su libro el teólogo cita un pasaje de la "Introducción al espíritu de la liturgia" de Ratzinger, que escribe: “En apariencia, todo está en orden y presumiblemente también el ritual procede según las prescripciones. Y sin embargo es una caída en la idolatría (…), se hace descender a Dios al nivel propio reduciéndolo a categorías de visibilidad y comprensibilidad”.

    Y añade: “Se trata de un culto hecho a la propia medida (…) se convierte en una fiesta que la comunidad se hace a sí misma; celebrándola, la comunidad no hace sino confirmarse a sí misma”. El resultado es irremediable: 'De la adoración de Dios se pasa a un círculo que gira en torno a sí mismo: comer, beber, divertirse'. Y en su autobiografía, Ratzinger declara: 'Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que hoy nos encontramos depende en gran parte del derrumbe de la liturgia'”.

    Para terminar, una sugerencia y una advertencia. La primera es la de relanzar la liturgia romana “mirando al futuro de la Iglesia –escribe el padre Bux–, en cuyo lugar está la cruz de Cristo, como está en el centro del altar: Él, Sumo Sacerdote al que la Iglesia dirige su mirada hoy, como ayer y siempre”.

    La segunda es inequívoca: “Si creemos que el Papa heredó las llaves de Pedro –concluye–, quien no le obedece, ante todo en materia litúrgica y sacramental, no entra en el Paraíso”.+

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