Se ha dado ese nombre a este período histórico, porque en ninguna otra época anterior la Virgen había hecho sentir su amor materno y su presencia en tantos lugares distintos, sobre todo en Europa. Pensemos solamente en las apariciones reconocidas por la Iglesia:
La Salette, Lourdes, Knock en Irlanda, Fátima, Beauraing y Banneux en Bélgica, etc.
Necesitábamos particularmente su potente presencia salvífica casi palpable, porque en los últimos 180 años Satanás, como nunca antes, ha intentado destruir los pueblos, la Iglesia y el mundo con un ataque frontal contra Dios.
Con la venida de la Inmaculada y la revelación de la Medalla Milagrosa comenzó “la Época mariana”, tan significativa.
¡APRENDAMOS DE FÁTIMA!
Para demostrarles, queridos peregrinos, respecto a Ámsterdam, lo decisiva que es nuestra colaboración, quisiera recordarles Fátima.
La mirada atrás en el tiempo a las apariciones de Fátima nos muestra dramáticamente lo que ocurre cuando se presta demasiada poca atención a las palabras de María y se duda en seguir su estrategia materna.
Lo paradójico es esto: Fátima fue reconocida como sobrenatural por la más alta autoridad eclesiástica, pero se esperó demasiado para realizar los deseos de la Stma. Virgen.
En 1917, a finales de la Primera Guerra Mundial, la Reina del Rosario en Portugal nos avisaba del peligro en Rusia y de la propagación de su ateísmo en todo el mundo, pero esta advertencia fue tomada demasiado poco en serio.
Así el ateísmo militante se propagó con la rapidez del viento,subyugando aquellas naciones que –una tras otra– fueron agredidas con feroz brutalidad.
Una mañana en Praga, estudiantes y padres de familia de pronto se vieron ante el hecho consumado.
Sólo en Rusia fueron destruidas más de 50.000 iglesias y monasterios.
Millones de personas murieron en el Gulag, en los campos de concentración en Siberia. No lo olvidemos:
¡Todo eso se habría podido evitar si hubiéramos prestado atención a los avisos de la Stma. Virgen en Fátima!
Igualmente la Reina del Rosario nos había puesto en guardia contra el drama de la Segunda Guerra Mundial, y esto más de veinte años antes que estallara.
Con la venida de la SEÑORA, LA MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS, en Ámsterdam, “la Época mariana” ha alcanzado en cambio su apogeo, o sea su coronación. Tal vez esto les sorprenda, pero lo comprenderán bien por lo siguiente. Si cumplimos los deseos de Dios, que nos han sido revelados por nuestra Madre en Ámsterdam, seremos guiados a una nueva época, a un nuevo Pentecostés, a un tiempo nuevo.
El ciclo de las apariciones en Ámsterdam sucedió hace poco más de cincuenta años, pero no ha perdido nada de su actualidad. ¡Al contrario!
En efecto, hoy en día, cuando casi todos los aspectos de la vida de la Iglesia y del mundo están en una crisis casi irremediable y la paz mundial está amenazada como nunca antes, se revelan con incomparable importancia las apariciones de la Señora de todos los Pueblos, cuyo origen sobrenatural ha sido confirmado en un decreto del 2002 por el Obispo de la diócesis, Mons. Jozef M. Punt.
Todos nosotros, en un futuro próximo, tenemos el deber de comprender más profundamente cuánto la suspirada paz en las familias y entre los pueblos depende del fiel cumplimiento ahora y hoy de lo que la Madre de todos los Pueblos pide en Ámsterdam.
¡Todo depende de nuestra colaboración.
Para evitar el comunismo, el nacional socialismo y la Segunda Guerra Mundial, la Sma. Virgen había ofrecido medios concretos de gracia:
La oración del santo rosario, la comunión reparadora, los cinco primeros sábados del mes y la consagración a su Corazón Inmaculado.
Desafortunadamente no se hizo caso a sus súplicas maternas y así millones de hombres murieron en campos de concentración o en el frente de batalla. Los soldados que no perdieron la vida fueron hechos prisioneros.
Con cuánto odio el demonio trata de destruir todo lo que recuerda a Dios.
Es desconcertante pensar que habría podido evitarse todo este terrible sufrimiento y miseria.
MARÍA VIENE A ÁMSTERDAM
Pero la Sma. Virgen, como Madre amorosa, nunca nos deja solos.
Así se ha apresurado a venir en nuestra ayuda a finales de la Segunda Guerra Mundial, esta vez en Holanda. El 25 de marzo de 1945, fiesta de la Anunciación, la Virgen se le apareció discretamente a Ida Peerdeman, una mujer de 40 años, en su casa en Ámsterdam.
En el curso de 56 apariciones, durante 14 años, la Madre de todos los Pueblos habla a muchas naciones y pueblos, especialmente a Alemania. Ella dirige su palabra al Papa, a los obispos, a los sacerdotes y consagrados, a las familias, a los hombres, a las mujeres, a los niños y a todos los hombres de buena voluntad.
Como Madre nos advierte contra la pérdida de la fe, la corrupción
moral, las calamidades y la guerra. Ella desea, como dice, salvarnos de una gran catástrofe mundial que nos amenaza, para conducirnos a una nueva época llena del Espíritu Santo, a un tiempo de paz. Por eso la Madre de todos los Pueblos nos recuerda el valor y la fuerza divina de los sacramentos, en particular de la Santa Eucaristía.
Ella nos pide sobre todo el amor, tanto que un día la vidente vio la palabra AMOR escrita con grandes letras en el cielo. Con este objetivo la Virgen trae de vuelta a los hombres junto a la cruz, la cumbre del amor, la cruz como fuente de la Misericordia, centro de la creación.
EL DOGMA DE LA MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS
¿Esta imagen es la explicación y la figura que representa un nuevo dogma? ¿De qué nuevo dogma habla la Señora?
En la historia de las apariciones marianas es realmente un hecho singular que la Sma. Virgen pida en sus mensajes la proclamación de un dogma: Según sus palabras será “el último y más grande” (15.08.1951) dogma mariano. Dirigiéndose al Papa, dice: “Ocúpate del último dogma, la coronación de la Madre del Señor Jesucristo, la Corredentora, Medianera y Abogada” (11.10.1953).
Muchas veces la Virgen se dirige en sus mensajes directamente a los teólogos y les explica el contenido de fe y la gran importancia del dogma:“Di a sus teólogos que pueden encontrar todo en los libros…
No traigo una nueva doctrina” (04.04.1954). “La Iglesia encontrará mucha oposición respecto al nuevo dogma” (15.08.1951).
Hoy, después de más de cincuenta años, la Iglesia Católica se halla realmente en esta situación difícil y dolorosa: Por un lado cardenales y cientos de obispos quisieran ver glorificada a María con el dogma
de Corredentora, Medianera y Abogada. Lo mismo desean famosos teólogos, muchos sacerdotes y millones de fieles. Distintos mariólogos y santos hasta el tiempo actual han amado mucho y han
empleado el título de “Corredentora”, como por ejemplo: Vicente Pallotti, Ana Catalina Emmerich, Leopoldo Mandič, Maximiliano Kolbe, Edith Stein, el Padre Pío y Madre Teresa de Calcuta.
También el Papa Juan Pablo II usó muchas veces el título de “Corredentora”. Por ejemplo en la Audiencia General del 8 de septiembre de 1982 dijo:
“María, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, ha compartido de manera admirable los sufrimientos de su Divino Hijo para ser Corredentora de la humanidad”.
Pero no todos piensan así y tienen sus razones comprensibles. Entre cardenales, obispos y teólogos son muchos los que consideran el concepto “Corredentora” como algo equívoco y por lo tanto fundamentalmente inadecuado para describir de un modo teológicamente correcto la posición única de María en el plan de salvación.
El camino de la verdadera paz:
Si es teológicamente correcto llamar a la Stma. Virgen Corredentora, se ocuparán los teólogos dóciles al magisterio auténtico; el Santo Padre pedirá a todos los obispos del mundo su parecer al respecto y
luego decidirá. También si un dogma nunca será proclamado por causa de una revelación privada, es extraordinario que ya ahora, para animarnos, podamos conocer el efecto de gracias de este dogma mariano para la Iglesia y para el mundo. La Señora de todos los Pueblos de hecho promete una nueva efusión del Espíritu Santo y por consiguiente la verdadera paz para los pueblos:
“Y la Señora permaneció junto a sus apóstoles hasta que vino el Espíritu Santo. De la misma manera, la Señora puede venir donde sus apóstoles y pueblos de todo el mundo, para traerles de nuevo el Espíritu Santo… Cuando el dogma, el último dogma de la historia mariana, sea proclamado, entonces la Señora de todos los Pueblos dará la Paz, la verdadera Paz al mundo” (31.05.1954).
Este maravilloso efecto del dogma, la victoria de María sobre el mal y la consiguiente paz mundial, está expresado en la imagen de un modo impresionante:
La serpiente –como ya hemos dicho– no se ve más en el globo.
Pero para vencer todo el poder del demonio globalmente, María, la Mujer que aplasta la cabeza de la serpiente, ha de ser globalmente y solemnemente reconocida y venerada en toda la plenitud de su
vocación, como Corredentora, Medianera y Abogada.
Si el dogma será proclamado y cuándo, lo decidirá solamente el Santo Padre. Sin embargo, no será proclamado un nuevo dogma mariano hasta que su contenido de fe no sea comprendido por la mayor parte de los fieles, y actualmente los creyentes, en su mayor parte, ya no son marianos. Por consiguiente, no parece que el tiempo sea ya maduro.
¿Pero cómo hacer para que madure el tiempo? ¿Cómo deberían los pueblos nuevamente apreciar y aprender a amar a María como su Madre o conocerla como Corredentora? ¿Qué podemos hacer nosotros, los creyentes, en la vida de cada día, para que un día la Madre sea solemnemente glorificada con este último dogma mariano? Ella misma nos responde:
“Éste es mi mensaje para hoy, pues el tiempo apremia. Hay que emprender una gran acción en favor del Hijo, de la Cruz y de la Abogada y Portadora de la paz y la tranquilidad, la Señora de todos los Pueblos”(01.04.1951).
Un diálogo de amor:
Para que un día esta verdad, si Dios quiere, pueda ser proclamada dogma, las diferentes opiniones teológicas acerca del título de “Corredentora”, antes o después tendrán que llegar a un común acuerdo mediante un estudio profundo, un diálogo fraterno y particularmente con la oración y el sacrificio.
Tenemos que decir una cosa sobre esto: Que los defensores del título de “Corredentora” deben mostrar comprensión hacia los que en su auténtico amor a María no ven conveniente este título. Algunos
de ellos, como mariólogos, han escrito notables y apreciables obras sobre la Stma. Virgen. Sin embargo, preocupados de que el papel incomparable y único de Jesús como Redentor divino pueda ser disminuido o que eso comprometa el diálogo ecuménico, prefieren no usar el título de “Corredentora”.
Otro grupo de teólogos no tiene dificultad en venerar a la Stma. Virgen con el título de “Corredentora”, pero no ve alguna necesidad de que un día esta verdad sea definida como dogma. Otros en cambio están abiertos al dogma, pero en un futuro inmediato lo consideran inoportuno.
Como quiera que sean las opiniones, la discusión teológica debe proseguir sin polémicas, con amor fraterno, con recíproca estima y respeto del sentido de fe del pueblo. El ejemplo más hermoso tal
vez ha sido dado por Juan Pablo II y por su más estrecho colaborador, el cardenal Joseph Ratzinger.
Mientras el Papa Wojtyla apreciaba y empleaba este título, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe tenía sus reservas. Pero eso no disminuía para nada su amistad, de lo más fecunda para el bien de la Iglesia.
Una cosa es segura: el dogma será en primer lugar fruto de la oración y nacerá del corazón de los que sufren. Será un dogma obtenido con oración y sufrimiento. Los más potentes intercesores son por lo
tanto los enfermos y los que sufren. Entre ellos hay también quien está dispuesto a ofrecer su propia vida para este fin.
Padre Paul María Sigl (Director espiritual de la "FAMILIA DE MARÍA")
A MAYOR GLORIA DE DIOS
y la
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
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