Los hechos han
sucedido en la segunda mitad del siglo XIX, en el pequeño pueblo de Illfurth
(1200 almas en aquella época) que se encuentra cerca de Mulhouse en Alsacia
(Francia).
La familia Burner,
que entonces ha visto trastornada su vida, era una modesta familia pobre y sin
historia en este pueblo. El padre, Joseph, era un vendedor ambulante de
cerillas y yescas (substancias inflamables que servían entonces para encender
los fuegos). La madre, Marie Anne era una mujer de su casa que se ocupaba de
sus cinco niños.
Los
niños de comportamiento extraño
Todo empezó en el
otoño de 1864, cuando los dos hijos mayores de la familia, Thibault (9 años) y
Joseph (7 años), empezaron a languidecer a ojos vista sin ningún motivo
aparente. Los numerosos médicos que se sucedieron para reconocerlos, no
encontraron ningún remedio para este debilitamiento espontáneo. Durante este
tiempo, los dos niños continuaron languideciendo hasta septiembre de 1865.
Entonces se
pusieron a comportarse de una forma extraña. ¡Daban vueltas sobre ellos mismos
en sus camas, golpeaban violentamente los muebles que les rodeaban o tenían
crisis nerviosas antes de derrumbarse completamente exhaustos!
Aún más extraño,
sus piernas se enrollaban sin que se las pudiese separar. ¡En otros momentos,
aparecía en el abdomen de los niños una gran bola que se desplazaba en todos
los sentidos antes de desaparecer!
Thibault, el mayor,
contaba terribles visiones de un ser de pesadilla visible únicamente por él,
que tenía el cuerpo cubierto de plumas, sus manos eran garras y tenía un pico
de pato. Frecuentemente, se volvía completamente histérico (de veinte a treinta
veces al día) y parecía luchar con este ser invisible que trataba, según decía,
de estrangularlo.
¡Lo más curioso era
que frecuentemente se encontraba en las ropas del niño, tras sus luchas
encarnizadas, algunas plumas que desprendían un hedor espantoso, mezcladas con
una planta parecida a una hierba acuática!
Con el tiempo, el
suelo de la habitación se fue cubriendo de una densa capa de estas plumas
diabólicas que hacían la atmósfera irrespirable y que la familia eliminó
quemándolas. ¡Sorprendentemente, ellas no dejaban cenizas!
A veces, los dos niños
eran víctimas de poltergueits (espíritus dañinos): ¡entonces, eran proyectados
violentamente de sus sillas o se ponían a flotar por encima del suelo! Pintaban
horribles caras de demonios en las paredes, con las que se ponían a hablar y a
jugar.
Un caso comprobado
de posesión
El cura del pueblo,
el Sr. Briey, considerado como un hombre santo, concluyó que se trataba de un
caso de posesión, porque, además de las extrañas manifestaciones que golpeaban
a los dos niños, estos se ponían a blasfemar frecuentemente, entraban en
cóleras espantosas a la vista del crucifijo o del agua bendita. ¡Cuando se
pronunciaba el nombre de la Virgen María, de Jesucristo o de la Santa Trinidad,
los niños se ponían a gritar de terror! Si estando dormidos se les ponía un rosario
sobre su cama, se despertaban de sobresalto y se escondían en lo más profundo
de su cama.
Para el buen
reverendo, no había lugar a dudas. Los dos niños estaban poseídos.
Además, los dos
niños, pese a no haber estado muy escolarizados, se ponían a hablar en
diferentes lenguas: en francés, inglés, en latín y en varios dialectos de otras
provincias francesas o españolas cuando, en realidad, jamás habían salido de su
Alsacia natal ni escuchado estas lenguas. El don de las lenguas es un fenómeno
bastante habitual en los casos de posesión.
Niños
en las garras de cuatro demonios
El caso acabó por
atraer a Illfurth a numerosas luminarias de la Iglesia y del mundo científico,
que quedaban perplejos ante este fenómeno excepcional. No obstante, a fuerza de
preguntar a los niños, acabaron por saber que los dos estaban poseídos por dos demonios
cada uno.
Thibault estaba
poseído por dos seres maléficos que pretendían llamarse Ypès y Orobas, el
primero declaraba que mandaba 71 legiones demoníacas.
En cuanto a Joseph,
era la víctima de un demonio cuyo nombre era Solalethiel, mientras que el
segundo ser demoníaco que poseía al infortunado niño, no reveló jamás su
nombre.
Su punto en común
era tener un terror al nombre de la Virgen María y que se lamentaban de haber
sido expulsados del Paraíso.
Sorprendentes
dones de videncia
Los niños manifestaron
también, en varias ocasiones, ciertos dones de videncia. Entre los científicos
y los eclesiásticos desplegados al lado de los niños, el profesor Lachemann, de
la Congregación de los Frailes de María, de Sankt Pilt, jugó un papel
importante. Cuando le preguntaba a Thibault sobre el Abad Jean Bochelen, nativo
de Illfurth, fusilado en 1798 por los revolucionarios colmarienses, oye decir
por la boca del niño: « Yo no quiero saber nada de él. ¡En treinta años, se
hablará mucho de él cuando se le exhumará! » ¡Efectivamente, en 1897, o sea,
treinta años exactamente más tarde, saldría un libro escrito por el cura
Soltner, tirulado « Jean Bochelen, último mártir alsaciano de la gran
revolución » y será erigido un monumento en su memoria en el mismo Illfurth!
Del mismo modo y en
varias ocasiones, anunciaron las muertes de algunos habitantes del pueblo. En
una ocasión, justo antes de la muerte de una cierta Sra. Müller, Thibault se
arrodilló a los pies de su cama para tocar las campanas invisibles de la muerte.
En otra ocasión, cuando repite la misma ceremonia, se le preguntó la razón.
El declaró « Yo
toco las campanas para Gregor Kunegel : » Cuando la hija de este le respondió
con escepticismo y enfado que su padre no estaba enfermo, él replicó: « ¡Acaba de
tener una caída! Ve a verlo tú misma ». Esta sombría predicción se reveló
exacta. El hombre acababa de caer de un andamio.
¡Demonios muy
difíciles de desalojar!
Tras una primera
tentativa infructuosa de exorcismo en Suiza, el Obispo de Estrasburgo, Monseñor
Raess, envió en abril de 1869 tres teólogos a Illfurth. Ellos confirmaron el
caso de posesión y aconsejaron aislar a Thibault en un monasterio. En
septiembre del mismo año, el Obispo de Estrasburgo decidió enviar al niño al
orfanato de Saint-Charles de Schiltigheim en las afueras de Estrasburgo.
Uno de los demonios
que afirmaba habitar en el infierno después de que el Arcángel San Miguel lo
echase, presumía de haber estado presente en la crucifixión de Cristo. El 3 de
octubre de 1869 empezó un exorcismo que duró dos días y que precisó la
presencia de once religiosos. Sólo después de una última invocación a la Virgen
Maria, el pequeño Thibault cayó al suelo, liberado para siempre de la
influencia maléfica.
En cuanto al
exorcismo de Joseph, siempre en Illfurth, se desarrolló el 27 de octubre de
1869 en la capilla de Burnkirch, uno de los más antiguos santuarios de Alsacia,
bajo la dirección de Sr. Brey, el cura de Illfurth. ¡Como en el caso de
Thibault, los demonios no soltaron presa más que después de numerosas horas y
siempre con la evocación de la Virgen María!
Finalmente, se
precisaron no menos de cuatro años para que los dos hermanos fuesen liberados
de la influencia demoníaca. Los dos hermanos no pudieron sobrevivir mucho
tiempo a las terribles pruebas físicas y psicológicas que habían padecido.
Thibaut murió en 1871 a la edad de dieciséis años. Joseph sobrevivió hasta
1882.
Hacia 1870, los
feligreses de Illfurth cotizaron para erigir una columna de piedra coronada por
una estatua de la Virgen María enfrente a la antigua granja de los Burner, hoy
destruida.
No estoy convencido que los niños sean poseidos por el demonio, las tinieblas son el panorama y el area donde satanas asiste, la conciencia de un niño y su libre albedrio de conocimiento pleno de pecado absoluto es algo que ira madurando hasta llegar hasta su adultez, entonces comu el diblo lo puede posser tan facilmente, los niños NO SON TIERRA DE LAS TINIEBLAS. Los efectos que apreciamos en las supuestas posesiones responden a otro orden, desbarío, o desajuste generalmente hablando.
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