Astucia del Anticristo
Queridos hermanos, el Anticristo no puede querer más que una cosa, la condenación de todas las almas. Esa es su razón de actuar, su fin, su victoria. La condenación eterna de las almas, esa es la razón de ser del Anticristo. Empleará todos los medios necesarios para ello, el medio fundamental, el que es propio de su ser, la mentira. Porque el Anticristo es el padre de la mentira. No desvelará su identidad hasta que haya conseguido su fin, o mejor dicho, hasta que crea que haya conseguido su fin.
El primer objetivo del Anticristo será ganarse adeptos, no es un buen pastor que cuide de sus ovejas, es un impostor que busca adeptos que le sigan ciegamente, y que ciegamente se condenen. Por esta razón, el Anticristo no negará ningún dogma católico, los afirmará y defenderá inicialmente. No negará la divinidad de Jesucristo. No negará la Encarnación del Verbo de Dios. No negará la Virginidad de la Santísima Virgen.
El Anticristo hablará de Jesucristo a la Iglesia y de un Dios sin nombre al mundo, propiciando, bajo pretendidos pretextos de justicia, paz, solidaridad, una religión mundial que agrupe a todas las religiones.
Dejará los dogmas de lado, esperando que se pongan en entredicho por los mismos fieles y eclesiásticos, por los adeptos, y para ello minará la razón de ser de los sacramentos. Sin atacarlos directamente, el Anticristo, astutamente, dará normas y actuará de tal forma que los sacramentos queden totalmente devaluados y sin contenido. Quedarán convertidos en una parodia de lo que realmente son. Éste será el principal camino por el que conducirá a la Iglesia. Su gran objetivo es que los fieles vivan en pecado mortal, comulguen en pecado mortal, que los eclesiásticos colaboren en ello, y a su vez vivan en pecado sin aprecio a la santidad del sacerdocio. El hombre ya no obedecerá Dios, sino al cuerpo.
El Anticristo se valdrá para sus fines de su prestigio personal, el cual buscará a toda costa. Gracias a su prestigio, astutamente actuará a través de gestos que sus adeptos sabrán interpretar en palabras. Sus adeptos le seguirán ciegamente, seguirán todas las consignas que dé, sin plantearse su idoneidad o conformidad con la fe tradicional católica. Su labor será conjunta, dentro de la Iglesia y hacia el mundo, del cual querrá convertirse en un líder espiritual.
El Anticristo se dará a conocer
Sólo se dará a conocer cuando piense haber convertido la Iglesia en cenizas, es decir, haber cerrado a los fieles el camino de la salvación con la devastación de la fe, con su deformación, de forma tal que sea irreconocible. Se dará a conocer cuando los que viven alegremente en pecado, fornicando, hombres con hombres, mujeres con mujeres, comprueben con terror inaudito que el cuerpo que tienen encima, y que hasta ahora les daba placer, es el mismo demonio. Quedarán horrorizados de espanto cuando vean el mismísimo rostro del demonio sobre ellos. Entonces comprenderán su pecado con toda claridad, y desearán fervientemente arrepentirse, pero para muchos ya no será posible. Se han condenado para toda la eternidad. Eternamente. Siguieron alegremente al Anticristo y pecaron, pudiendo no hacerlo Pero pecaron. Muchos querrán confesarse pero ya no encontrarán sacerdotes, y serán plenamente consientes de su condenación. Han llegado tarde. Ya no encuentran quien les confiese y poder salvarse del fuego eterno. Será espantosa la agonía del alma.
El Anticristo reirá de satisfacción mientras las almas se condenan. Pensará que ha llegado el tiempo de su reinado. Pero se equivocará totalmente.
El Apocalipsis se cumplirá.
Entonces, Dios Todopoderoso intervendrá cuando el Anticristo crea haber iniciado su reinado; quedará desconcertado porque no sabrá lo que pasa. No esperaba la acción divina y no sabrá cómo actuar. Empezará la purificación de la Iglesia. La tribulación es inevitable.
¿Qué hacer para salvarse? Ir al Tabor. ¿Cómo se llega a él? Estando en estado de gracia permanente. Viviendo los sacramentos, cumpliendo fielmente a los mandamientos de la Ley de Dios, rechazando absolutamente cualquier cosa que vaya en contra de ellos; siendo fieles a la enseñanza tradicional recibida en el depósito de la fe.
La tribulación será muy dura, pues veremos a justos caer en pecado; nuestro dolor interior será el máximo posible de soportar, tendremos la sensación de estar solos. Veremos a los que eran fieles traicionar al Señor. ¿Cuántos resistirán?
Seremos fuertemente tentados, pero el Señor nos dice que no temamos lo que vamos a padecer. Anunciándonos el padecimiento nos permite hacernos fuertes y estar preparados. El Apocalipsis ya nos advierte “no temas” (2, 10), lo hace para nuestro bien, para que estemos prevenidos, para que tengamos la “casa fortificada”. Los que resistan el sufrimiento ganarán el Cielo, y para resistir nada mejor que ir al Tabor, es decir, apertrecharnos con las armas de la fe.
Queridos hermanos, desde el Tabor veremos todo, aguantaremos y resistiremos.
La Santísima Virgen salvará a muchas almas
Nuestra Madre del Cielo salvará a muchos, a todos los que la amen, a todos los que fervorosamente recen el Santo Rosario. Ella ha estado siempre al lado de Su santísimo Hijo, y estará en la tribulación. Ella aplastó la cabeza del maligno enemigo, y la tiene aplastada bajo su bendito pie. Pero el maligno sigue rondándonos si cesar. ¿Cómo resistirle? Viviendo en acrisolada pureza. El Señor nos quiere limpios y puros. Quien no viva la pureza no resistirá la tentación. El impuro es fácil que se convierta en adepto del Anticristo, porque no le censurará, todo lo contrario, le animará a disfrutar del placer del cuerpo.
¿Quién cuida de las ovejas? Los pastores fieles a la enseñanza tradicional de la Iglesia, que la predican y la enseñan con claridad. Los pastores que señalan el pecado, y advierten al pecador de su situación de condenación de su alma. Los pastores que aman verdaderamente a la Iglesia de Cristo, fundada y fundamentada en el Calvario, y que no quieren dejar solo al Señor en la Cruz
El verdadero pastor es el que está dispuesto a ser mártir de la verdad de la fe católica indeformable.
El verdadero pastor es el que ama tiernamente a la Santísima Virgen María, y permanece unido a Ella al pie de la Cruz, en una vida limpia, pura, de oración, penitencia y sacrificio, reparando las ofensas a nuestro Señor Jesucristo.
El Anticristo no reinará en las almas guiadas por un Pastor fiel que quiere ser otro Cristo.
Cristo reinará.
Ave María Purísima.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.
Nació en Palamós (Gerona) en 1956, y se ordenó sacerdote en 12 de octubre del 2007 en la catedral de Getafe. Es licenciado en Estudios Eclesiásticos y en Derecho Canónico. Preside una Asociación privada de fieles de vida de oración contemplativa. En la actualidad es capellán de una residencia de ancianos de Madrid. Es autor del vídeo "Mysterium Fidei" sobre la Misa tradicional.
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