7 DE MAYO, 2016
Ave María.
No os preocupéis por lo que va a pasar, nada ocurrirá sin que Yo lo autorice y todo será para el bien de los que Me aman[1]. Nada ocurrirá en contra de la Salvación que ha venido a traer el Hijo del hombre a este mundo.
Tenéis los días contados de bailes y fiestas, pero el mundo sigue banqueteando y sufriendo por las cosas de este mundo, sin darse cuenta que la Salvación, la Última Salvación, está llamando a sus puertas.
¡Oh, pueblo Mío! Oh, Israel de Mis entrañas, no te basta la voz de Mis profetas enviados por Mi Amor para llamar a tus puertas y anunciarte el tiempo último de la Salvación. No te bastan los signos[2] que pongo ante ti para anunciarte el tiempo de rigor; no, estás muy ocupado en tus razones por eso no Me reconoces; no reconoces Mi Voz, Mi llamada, Mi última llamada a tu vida para que te prepares a afrontar un tiempo de rigor donde el culpable y el inocente se pondrán al descubierto ante Mí.
Si supieras cuánto te amo, el derroche que viene del cielo cada día para ti, para avisarte y que prepares tu alma a Mi Venida, pero estás ofuscado y confundido y te dejas arrastrar por tus opiniones y las de los demás, contrarias a Mí, y has cerrado tu oído[3] a la voz de Dios que clama y pide tu atención, tu reflexión, tu amor por Mí.
¡Sal ya de este mundo infernal[4] y reconcíliate con tu Dios! Porque no hay tiempo. El Hijo del hombre vendrá de repente[5] a tu vida, a la vida de tus hermanos y no tendrás tiempo de preparar tu alma.
No es tiempo de pasividad sino de una espera activa, hoy clamo a ti, hijo, por medio de Mi instrumento, el que Yo he elegido por amor a ti para avisarte de la inminencia de Mi llegada a este mundo; para avisarte del final de un mundo que tantas lágrimas y tanta sangre ha vertido ya. Déjate ayudar, déjate amar por Mí, tu Dios y Salvador, y no te arrepentirás; el último día te encontraré bien dispuesto y alegre esperando Mi llegada.
Ya os dije que no hay tiempo para titubeos pero, hijos, no escucháis Mis palabras y seguís en vuestras dudas y confusiones.
Os aseguro que el pobre y el humilde que acoge Mis palabras[6], aún en su desconocimiento del alcance de las mismas, será el primero entre vosotros y sus días se alegrarán con Mi Venida a este mundo. Porque no es más grande ni más diligente el que más conoce sobre Mi próxima llegada sino el que entiende que ha de preparar su alma y su corazón, su vida entera, y se pone a hacerlo con diligencia y confianza en Mis palabras.
Dichosos los sencillos, los pobres de corazón[7], los sufridos, los que aman Mis Mandatos y se dejan llevar por el soplo de Mi Espíritu Santo; ellos Me verán cara a cara en un inmenso gozo y no se avergonzarán pues escucharon a su Salvador.
Dichosos los mansos[8], los que siguen Mis pasos fielmente con mansedumbre sin rebuscar en sus inteligencias contestaciones a Mis palabras, sino que, como ovejitas de Mi rebaño, siguen el silbo de su Pastor[9] confiados y contentos de estar en Mi redil.
¿Qué paga habrá para los malvados de corazón, para los que no quieren Mi Salvación e interrumpen el camino de Salvación de Mis elegidos, de Mis pobres y pequeños? El infierno será su guarida día y noche y no podrán escapar de él. Porque estuve a su puerta[10] y llamé, y esperé pero no Me abrieron, Me dieron la espalda, dieron la espalda a Mis llagas[11] abiertas por su amor y su salvación. No, hijos, no; no es fácil llamar a las puertas de los que te rechazan, te apalean con sus palabras y pensamientos pero el Corazón de Dios es Amor y Misericordia[12]eterna, permanente para los que quieren Su Salvación.
Nunca se fuerza la libertad[13] de los hijos de los hombres pero siempre insisto en llamar a sus puertas por Mi Misericordia. Pero llegará el día que no se oirá más Mi llamada en sus vidas porque el tiempo ha llegado, los avisos se han cumplido y sólo la libertad[14] de los hijos de los hombres tomará la elección[15] de un camino: La Vida Eterna con el Hijo del hombre, la Salvación de sus almas, o el camino del infierno y la oscuridad eterna.
Sois libres, hijos, pero ¡cuidado!, pues está en juego toda una eternidad. Tened cuidado, reflexionad en el silencio de vuestra habitación[16]. Nada os inquiete pero mirad vuestra vida. Tomad con seriedad y rigor Mis palabras pues no habrá más tiempo para tomar el camino recto que lleva al Cielo eternamente.
Buscaréis el último día a Mis confesores, puestos por Mí para la salvación de vuestras almas, pero no los encontraréis porque es ahora cuando la Divina Misericordia ha dispuesto que estén abiertas todas las Puertas de la Misericordia y se derroche la Gracia en este mundo perdido. No lo dejéis para después de este tiempo pues Mis santos sacerdotes no podrán estar tan a la luz como ahora pues serán perseguidos por el enemigo de la Salvación de Cristo. Será un tiempo de persecución como nunca lo ha habido y tendrán que esconderse para salvar sus vidas y ocuparse del pueblo de Dios, que también deberá ocultarse para no ser extinguido de la faz de la Tierra.
No Me canso de avisaros que es ahora el tiempo de la Última Salvación. Dichoso el que escucha Mis palabras y las cree en su corazón porque verdaderamente se alegrará cuando, el Día de Mi llegada a vuestros corazones, esté ante Mí.
¡Oh, pueblo Mío, qué ciego y sordo[17] estás a Mis palabras! Pero no se te tendrá en cuenta el último día si hoy te preparas con rigor y aceptas Mi aviso de conversión, de cambio en tu vida.
Hoy, hijo, hoy, no dejes para el último momento un serio examen de conciencia en tu vida y una confesión llena de dolor y arrepentimiento por los pecados de tu vida. No tendrás tiempo, no encontrarás a Mis sacerdotes santos. El rigor y el terror de los acontecimientos te atenazará el alma, y no podrás llegar a tener el tiempo de paz, reflexión, silencio y oportunidad de confesar que hoy pongo ante ti.
¡Pueblo Mío, qué duro y obstinado[18] de corazón eres! El Hijo del hombre llamando a tu puerta en cada mensaje, advirtiéndote de la necesidad de acudir a la Fuente de Mi Gracia y de avisar a todos los hermanos, a los que puedas llegar, de que también se acerquen ellos y tú sigues en tus conversaciones, tus dudas, confusiones y en las cosas de este mundo. Verdaderamente sois obstinados y ciegos[19] y estáis acabando con la paciencia de vuestro Salvador, que clama y clama, y no tiene vuestra respuesta de docilidad, obediencia y amor que espero, hijos, de vosotros.
Lo que se os viene encima no podréis soportarlo si no estáis en gracia, os derrumbaréis al primer impacto. Escuchadme y obedeced Mis palabras, necesitáis la fuerza de Mi Gracia[20] para hacer frente a todo lo que viene a vosotros. El cisma está a la puerta por Mis hijos malvados que han desobedecido Mis Mandatos y llevan a Mis hijos por el camino de la perdición. Sólo la fuerza de Mi Gracia y la obediencia a Mis palabras, una obediencia ciega, dócil por amor a Mi Evangelio[21], os salvará de las garras de los que fueron Mis amigos y han perdido sus almas obedeciendo las insinuaciones y perversiones del enemigo del alma: el demonio, Satanás, que sólo quiere la perdición[22] de vuestras almas, de las almas de los hijos de Mi Padre.
Es hora de reflexión, de seriedad, y no paráis de seguir en vuestras cosas. No, hijos, haced caso a vuestro Salvador pues no habrá tiempo para muchos más mensajes que os avisen del rigor del último día.
¿Por qué sois tan duros de corazón? ¿Por qué no abrís los oídos al mensaje de salvación que os hago llegar por Mis instrumentos, elegidos para la salvación de vuestras almas con inmenso amor por vosotros, hijos?
Ya se acerca, ya está aquí el último día en el que Yo he de venir a traer la Paz, la Justicia, a vuestras almas. Y, ¿qué encontraré? Un mundo sumido en las tinieblas. Nada ocurrirá sin Mi permiso pero todo está a punto de ocurrir en vuestras vidas. Yo visitaré vuestras almas y compareceréis ante Mí, en un día de Justicia y Misericordia como no lo ha habido y no lo habrá hasta el fin del mundo.
Sois Míos, hijos, dejadme salvar vuestras almas[23]. No pongáis más frenos ni más límites para una decisión fuerte, valiente, de salvar vuestras almas, por la obediencia a Mis palabras[24].
Disponeos a la confesión, a la comunión en gracia, a avisar a todos del día del Juicio Particular de vuestras almas. Ya se acerca, ya está aquí, la fecha está fijada[25]. El Cielo se prepara para ese día, todo está dispuesto, ¿Y vuestras almas? Ese día os anunciaré lo que está por venir a vuestras vidas, a este mundo. Tendréis un conocimiento mayor del bien y del mal, y podréis conduciros con mayor rigor y seriedad en el camino de la Salvación.
Todo cambiará después de ese día en vuestras vidas y en las de vuestros hermanos. No habrá dudas ni confusiones en las almas que han comparecido ante Mí y se han llenado de Mi Gracia, la Gracia del fin de estos días. Será una vida nueva aunque aún tengáis que sufrir y padecer por ser Míos.
Habrá un antes y un después para vosotros, para este mundo, después del día del Juicio Particular de vuestras almas. Nada volverá a ser como antes; por la Misericordia de Dios, los que hayan aceptado Mi Salvación tendrán una fuerza nueva para luchar contra el mal. Vivirán en una unión nueva con el Hijo del hombre porque habrán lavado sus almas en la Sangre del Cordero[26] y, aunque no ha llegado el tiempo final a sus vidas, sus vidas tendrán un nuevo resplandor. Vivirán una Gracia nueva que nada ni nadie les podrá arrebatar. Serán testigos nuevos fortalecidos con una nueva Gracia. Serán antorchas para alumbrar las tinieblas que seguirán en este mundo. Vivirán una nueva vida aún en medio de la persecución[27]y la tortura más terrible que se ha conocido y se conocerá en este mundo. Es un adelanto de la Nueva Vida, de la Nueva Jerusalén[28] en vosotros. Será la alegría y el gozo, la gracia y el amor después de haber comparecido ante Mí en el Juicio Particular de vuestras almas, y haber aceptado el dolor por vuestros pecados y la Salvación del Hijo del hombre en vuestras almas.
No habéis conocido ni imaginado la Gracia que después del Día de Justicia en vuestras almas va a ser derramada sobre vosotros. Seréis Mis testigos[29]. Seréis la luz[30] del mundo.
El que rechace Mi Misericordia vivirá ya en este mundo como un condenado.
Sólo la Misericordia de Dios tiene en Sus manos el último momento de clemencia para el alma. Pero si el alma la rechaza se perderá para siempre. Rezad y orad[31]para que todas las almas acepten Mi Salvación.
Será un día de rigor pero amaneceréis a una Gracia nueva en vuestras vidas.
Yo os hablo, queridos hijos, por Mi niña del alma, por Mi querida niña Isabel: escuchad Mis mensajes que os hago llegar por ella; es un instrumento de Mi Misericordia. Amén. Amén.
Yo, Jesús, estoy con vosotros y os aviso de todo lo que está por llegar. Preparaos, hijos, porque no hay más tiempo. El Hijo del hombre os aguarda en un día de rigor que llegará inminente a vuestras vidas; y os daré una Gracia nueva, una Gracia de los últimos tiempos. Seréis Mis testigos, lumbreras y antorchas que iluminarán[32]las tinieblas de este mundo.
Sed fieles a Mi Palabra, a Mi Santo Evangelio. No os saltéis ni una sola tilde de él[33] porque en él está la Salvación de vuestras almas.
Sed obedientes a Mi Santo Espíritu. Respetad vuestro cuerpo[34] pues es templo de Dios. Comulgad siempre en Gracia de Dios. Respetad el santo matrimonio[35] y sed fieles a Mis Mandamientos[36].
Nadie puede enmendar[37] Mi Palabra, el que así lo hiciera será juzgado[38] con una severidad que hará temblar el cielo y la tierra.
Adiós, hijos, os espero en el sacramento de la penitencia para abrazaros y llenaros de Mi Gracia. No os apartéis de Mis sacramentos. Preparaos para el Día de rigor en el que compareceréis ante Mí. Amén. Amén.
Sed felices, estad siempre alegres[39] en Mi Amor. Os amo y nunca os dejaré[40]. No os soltéis de Mi mano. Yo os conduzco a la Vida Eterna[41].
Ave María.
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Nota: El director espiritual de Isabel escribe lo siguiente:
"Conviene tener presente que las citas bíblicas que van a pie de página no forman parte del mensaje, sino que son un añadido posterior: son sólo ilustrativas e indican una concordancia textual entre el mensaje y las mismas. Pero no se pretende demostrar o interpretar la Palabra de Dios a la luz del mensaje. Al poner a disposición estos mensajes de todo el que quiera conocerlos se hace con la confianza de que un día gocen de alguna aprobación eclesiástica y en el sometimiento al juicio de la autoridad de la Iglesia en cuanto a su origen sobrenatural, pero con la persuasión de que no contienen nada que vaya en contra ni del dogma, ni de la moral de la Iglesia. De momento están acogidos al decreto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (AAS, 58, nº 16, de 29-12-1966) aprobado por el Beato Pablo VI permitiendo la publicación de escritos de esta índole. Ojalá contribuyan a la nueva evangelización que el Papa Francisco nos propone incansablemente."
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