“María conoce todas nuestras necesidades, penas, tristezas, miserias y esperanzas. Se interesa por cada uno de sus hijos, ruega por cada uno con tanto ardor como si no tuviera otro”. (Sierva de Dios Madre María José de Jesús)
Nuestra Señora del Destierro, Madre de Dios y nuestra, que sufriste las angustias e incertidumbres de la huída y el exilio en el lejano y desconocido Egipto, llevando contigo a tu Hijo amenazado de muerte por Herodes, escucha nuestra súplica.
Aquí estamos, confiando en tu amor de Madre bondadosa y comprensiva. A ti, que ya estás en la Patria definitiva, suplicamos pidiendo protección para nosotros, peregrinos de este mundo, que caminamos al encuentro del Padre, en el Reino celestial.
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Pedimos tu intercesión por todas las familias que buscan la acogida de un hogar, la seguridad de un trabajo, el pan de cada día. Bendice este lugar y a este pueblo que en ti confía.
Intercede por los que sufren, dale salud a los enfermos, reaviva a los desanimados, restituye la esperanza a los desamparados de esta tierra.
Acompaña a los migrantes, a los refugiados y a todos los que se encuentran lejos de su patria y su familia.
Ampara a los niños, da fortaleza a la juventud, bendice a las familias, anima a los ancianos.
Danos fuerza para construir una Iglesia viva y santa y para trabajar por un mundo justo y fraterno. Y tras nuestro caminar por el mundo, muéstranos a Jesús, bendito fruto de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh siempre dulce Virgen, María!
Señora nuestra, ruega por nosotros.
Amén.
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