Hace un tiempo mantenía un diálogo con unas personas que, con gran sinceridad, insistían en que estaban muy ocupadas como para dedicarse a la religión, a las cosas de Dios. Yo me pregunto, ¿qué hay más importante en nuestra vida, que vivirla de tal modo de ganarse el Reino, por toda la eternidad? ¿De que vale todo lo demás, si perdemos el Reino? En la misma conversación se dudaba de la existencia del infierno, de la condenación. Pero si no existiese la condenación, ¿por qué insiste tanto nuestra Madre en hablar de la Puerta del Paraíso, de Jesucristo nuestro Salvador? Si no existiese la condenación, ¿con que propósito Dios nos ha enviado un Salvador?
Qué ciegos estamos, vivimos una vida vacía, poniendo las prioridades en el orden incorrecto. Y si bien sabemos que esto es transitorio, y que la verdadera Vida es la que sobreviene cuando cruzamos la puerta a la eternidad, tendemos a dejarnos llevar por las banalidades y vanidades del mundo. La Virgen insiste en sacudirnos con sus palabras porque Ella es la Madre del Salvador, y sólo quiere nuestra propia salvación.
Hoy vivimos el 31 aniversario de Medjugorje, leamos estos mensajes con un corazón abierto porque nuestra Madre sólo desea nuestro bien. ¡Gracias mi Señor por darnos tan bondadosa y hermosa Madre!
Mensaje del 25. junio 2012
31 aniversario de las apariciones de la Virgen en Medjugorje
“¡Queridos hijos! Con gran esperanza en el corazón, también hoy los invito a la oración. Cuando oran hijitos, ustedes están conmigo y buscan la voluntad de mi Hijo y la viven. Estén abiertos y vivan la oración, y que en cada momento ella sea para ustedes condimento y alegría de su alma. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamado.”
Mensaje del 2 de junio de 2012
“Queridos hijos, continuamente estoy entre ustedes, porque con mi infinito amor, deseo mostrarles la puerta del Paraíso. Deseo decirles como se abre: por medio de la bondad, de la misericordia, del amor y de la paz ―por medio de mi Hijo. Por lo tanto, hijos míos, no pierdan el tiempo en vanidades. Sólo el conocimiento del amor de mi Hijo puede salvarlos. Por medio de este amor salvífico y del Espíritu Santo, Él me ha elegido y yo, junto a Él, los elijo a ustedes para que sean apóstoles de su amor y de su voluntad. Hijos míos, en ustedes recae una gran responsabilidad. Deseo que ustedes con su ejemplo, ayuden a los pecadores a que vuelvan a ver, a que enriquezcan sus pobres almas y a que regresen a mis brazos. Por lo tanto: oren, oren, ayunen y confiésense regularmente. Si el centro de su vida es comulgar a mi Hijo, entonces no tengan miedo, todo lo pueden. Yo estoy con ustedes. Oro cada día por los pastores y espero lo mismo de ustedes. Porque, hijos míos, sin su guía y el fortalecimiento que les viene por medio de la bendición, no pueden hacer nada. ¡Les agradezco! ”
Oh María, madre de gracia y madre de misericordia que con gran amor y premura procuras y ruegas por el bien de tus hijos de todo el mundo que Nuestro Señor Jesúscristo te dejara como heredad y que tu con gran devoción te esfuerzas por hacernos despertar de tan aletargado sueño de oscuridad y maldad en el que nos tiene sumido el mentiroso de los mentirosos, te amamos porque fuiste tu el vehículo que Dios usó para darnos el regalo más precioso de todos en la tierra, su hijo unigénito que por nuestra salvación se entregó como un cordero para limpiar con su sangre y sufrimientos nuestros pecados. Tu la inmaculada concepción, libre de pecado desde antes de tu nacimiento, de espíritu limpio y perfecto, no nos abandones en nuestro quehacer del día y envuélvenos con tu manto para que ningún mal pueda acaecernos y para que nunca abandonemos nuestra lucha por mantenernos limpios y sin mancha.
ResponderEliminarGracias por recordarnos que el cielo es lo más importante pues es nuestro destino después de esta vida terrenal. Y gracias por rogar por nosotros ante tu sagrado hijo Jesús, rey de reyes y Señor de Señores y nombre sobre todo nombre, el que vendrá con gloria y poder a juzgas a vivos y muertos al final de los tiempos que cada vez se siente más cerca. No te olvides nunca de nosotros y defiéndenos de nuestros enemigos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.