Lunes 3 de febrero de 2014
“La Caída de Babilonia (2).”
(Lectura del Libro del Apocalipsis 18: 9–18)
“Y los reyes de la tierra, que con ella fornicaron y se entregaron al lujo, llorarán y se golpearán el pecho por ella cuando vean el humo de su incendio. Quedándose lejos, por el temor de su tormento, dirán: -‘¡Ay!, ¡ay!, la ciudad grande, Babilonia, la ciudad poderosa, porque en una sola hora ha venido tu condena.’
Los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque nadie compra ya sus mercaderías: mercaderías de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino finísimo, de púrpura, de seda, de escarlata; toda madera odorífera, objetos de marfil, todo objeto de las más preciosas maderas, de bronce, de hierro y de mármol; amomo y cinamomo, perfumes, ungüento, incienso, vino, aceite, flor de harina y trigo, jumentos, ovejas, caballos, coches, esclavos y seres humanos.
Y los frutos maduros, por ti ávidamente codiciados, se alejaron de ti, y todas las cosas delicadas y espléndidas perecieron para ti, y nunca jamás volverán.
Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se quedarán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose, diciendo: -‘¡Ay!, ¡ay!, la ciudad grande, vestida de lino finísimo, de púrpura y de escarlata, y engalanada de oro, de piedras preciosas y perlas, pues en una sola hora fue reducida a la nada tanta riqueza.’
Todo piloto y navegante haciendo escala en cada puerto, los marinos y cuantos bregan en el mar, se detuvieron a lo lejos y clamaron al ver el humo de su incendio, diciendo: -‘¿Quién había semejante a la gran ciudad?’.”
Queridos amigos:
Toda la nieve que esperábamos entre el sábado y el domingo no llegó y queda muy poca. ¡Gracias Señor por Tu bondad!
(A continuación encontraréis el mensaje de Nuestro Señor y Salvador entregado al Padre Melvin. Jesús le habló con estas palabras:)
“Mi hermano Melvin y todos Mis hermanos, escuchadme cuando os enseño lo que sucede hoy en el mundo.
Como sabéis, a Babilonia se la conocía como una ciudad grande y próspera en la antigüedad, pero también como una cueva donde se cometían toda clase de pecados. Debido a los horrores que sucedían en esa ciudad, el Padre decidió destruirla. Fue completamente destruida, y eso fue para que la gente supiera que lo que sucedía allí ofendía terriblemente a Dios.
Hoy hay muchos lugares que son como Babilonia y veréis en un futuro cercano lo que el Padre hace con esas ciudades. Os exhorto a todos a rezar por esas personas, para que dejen de ofender al Padre, regresen y Me sigan. Si no lo hacen no vivirán mucho tiempo. No sigáis los hábitos de estas personas porque entonces también vosotros seréis destruidos. Caminad conmigo y vivid en paz, alegría y amor. Os bendigo a todos.”
Padre Melvin
Pequeño Santuario de Nuestra Señora de la Isla del Príncipe Eduardo
Sitio Web: www.ourladyofpei.com
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