¡Yo no instituí ministros de la Eucaristía! Leed la Sagrada Escritura: ¡A mi hijo no se le recibe en las manos sino con mucha dignidad!
MI POBRE IGLESIA, MI AMADA IGLESIA, MI PRINCESA LA IGLESIA” Mis pequeños: Mis lluvias de bendiciones caen sobre ustedes humildes.
Mi pobre Iglesia, mi amada Iglesia, mi princesa la Iglesia. Yo, convoqué la Iglesia; mi hijo amado fundó la Santa Iglesia, el poder del Espíritu Santo sostiene mi Santa Iglesia.
¡Si no fuera por esa fundación Divina, mi Iglesia ya no existiría! Yo os lo dije en mi Santa Palabra y se lo dije a Pedro (Mt. 16), yo le inspire a Pedro decirle a mi hijo (Mt 16,13) 'Tú eres el Cristo el hijo del Dios vivo"; y mi hijo amado en intimidad Conmigo y el Espíritu Santo proclamó solemnemente: “¡Pedro, piedra, eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre sino mi Padre que está en los cielos!, y yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia y las fuerza del demonio no podrán destruirla. A ti, a ti Pedro, te doy las llaves del reino de los cielos, lo que ates en la tierra, atado queda en el cielo; lo que desates en la tierra, desatado queda en el cielo".
¡Que verdad tan grande!, verdad poderosa, es la santa verdad sublime, pacto de amor, pacto de bendición entre el cielo y la tierra, así se instituyó mi Iglesia, mi única Iglesia, la única verdadera, la única Santa, pero habitada por pecadores; no instituida por manos de hombres sino por voluntad Divina.
Recordad mis hijos que mi Hijo amado tenía que ir a Jerusalén para ser Crucificado, para morir por los pecadores; que debía padecer mucho, que resucitaría al tercer día. Pero mi hijo Pedro cogió a mi Hijo de la mano: ¡Cómo se te ocurre Señor, eso no te puede suceder! Y lo dijo con un corazón sincero, pero no con la verdad; sus palabras aunque protectoras de mi Hijo, escondían una gran tentación del demonio. Pero mi Hijo, se volvió y le dijo a Pedro: "¡Apártate de mi Satanás!, porque no piensas como Dios sino como los hombres".
Pedro lloró mucho, le dolió su corazón y se arrodilló ante el Maestro, le besó sus pies y le dijo: ¡Perdóname mi Señor, soy tan pecador! Así es la humildad mis niños. ¿Que le ha pasado a mi Iglesia? ¡Cuanto dolor en mi Iglesia!, la que fundó mi Hijo, mi Iglesia en la que el Espíritu Santo se gozaba y se alegraba, mi Iglesia en la que puse mis mayores deseos. A la perla más preciosa, mi Reina Santa, mi Santa Iglesia. ¿Qué hay de mi Iglesia?
Mis hijos ¿Queréis que os diga a qué se parece hoy mi Iglesia?, y me duele decirlo. Se parece a un leproso cuyas heridas parecen incurables, se parece a un río fangoso donde parece no haber vida, se parece a un muro donde todo el mundo escribe y no se entiende nada, se parece a un desierto donde sólo sobreviven los mejores. ¿A qué se parece mi Iglesia, en mi corazón amada por siempre?, se parece a un árbol podrido y sin frutos, aun sostenido por su raíz que es su fundador: El Señor Jesucristo.
¿A qué se parece mi Iglesia?, se parece a un supermercado donde todo el mundo entra y toma lo que quiere, vota lo que no quiere y no mira lo esencial. ¿A qué se parece mi Iglesia? ¿A qué la compararé? La compararé en esta época a un basurero: todo el mundo la ensucia, la pisotea, denigra de ella, la hace quedar mal y huele a podredumbre. ¿Duelen estas palabras? ¿Cómo me dolerán a mí que la he pensado desde siempre? Me duele pensar en mi Santa Iglesia.
¡Yo le amo tanto! Mi Hijo amado, mi Hijo me dice: "Padre, Papito mío, ¡Pobrecita tu Iglesia!, el celo por tu casa me devora".
Creedme mis niños que sería peor ahora que cuando mi Hijo cogió un látigo y sacó esa basura del Templo.
¡Ay, ay hijos míos!, pedid misericordia, pedid misericordia por vuestros Pastores; porque el castigo Divino está suspendido sobre ellos. salvo muy pocas excepciones por que hay sacerdote, consagrados y fieles que luchan por la santidad en mi Iglesia. Muchos consagrados son sepulcros del demonio, desiertos de Asmodeo, moradas de Leviatán, jerarquía al servicio del mundo y del demonio, y no al servicio del Creador, jerarquía postrada ante el maldito mundo y sus comilonas y placeres, se olvidan de su Señor. Jerarquía que se le olvido servir, y sólo viven para que les sirvan, llenos de orgullo, llenos de soberbia y vanidad, más preocupados por el perfume de su cuerpo que por el olor a Santidad. Pide venganza su maldad… y yo quise una Jerarquía en la Iglesia para el amor, para el servicio y la contemplación, para la postración y la adoración; para que caminara de rodillas ante mí y me abrazara como Pastor a su rebaño. Pero ya mis hijos no reconocen la voz de los Pastores.
¡El fuego del infierno se ha infiltrado en mi Iglesia Santa! Ya no soy el centro de sus corazones, ya no me aman mis ministros, ya no piensa en mí. En el dinero, en el poder y el placer, alabados por el mundo y hundidos por el mismo mundo. Se dejaron convencer por la antigua serpiente: los seduce, los halaga, los acomoda, los besa, les da muchos regalos y los pone a trabajar para su reino infernal. ¿Acaso mis ministros, Sacerdotes del Señor les gusta que los llamen Padre y dan la vida por sus hijos? Ya no tienen tiempo, el mundo les robo el tiempo. Las casas cúrales, seminarios, conventos, son muchas veces moradas del demonio, son cloacas infernales de lujuria y bajas pasiones; de alcohol, de destrucción.
Se olvidaron de mí, y adoran a la criatura en vez del Creador. Mis ministros: ¡cuanto me hacen llorar!, ¡cuanto dolor causan a mi corazón! Ya no me aman, ya no piensan en mí; los Santos Misterios los viven a las carreras, confiesan de cualquier manera, alcahuetean los pecados, o le dicen a mi pueblo que ya nada es pecado, venden los Sacramentos, se entregan a placeres mundanos. ¡Ay mis Sacerdotes! ¿Hasta cuando aguantaré su soberbia?, y eso no se los puedo decir, porque si se los mando decir se reirían.
Comercian con mi Iglesia, venden a mi Iglesia por unos centavos, por diez pesos, como vendieron a mi Hijo por treinta monedas. Es Institución en mi Iglesia cobrar por mis dones: una Misa vale dinero, el sacrificio de mi Hijo cuesta dinero, sin saber que es la cruz que se renueva en la Santa Eucaristía.
Yo respetos las decisiones de los Jerarcas de mi Iglesia, pero eso no quiere decir que me placen y estoy de acuerdo con sus decisiones y normas. ¡Como si mi Hijo hubiera cobrado por morir en la cruz! ¿Cuánto cobró en la Última Cena, bautizo o matrimonio? ¿Cuánto cobró mi Hijo por enterrar a una persona? Los Sacerdotes tienen un sueldo, ¿acaso yo les mandé a cobrar por ser Ministros? ¿Acaso yo no los mando sin alforja, sin nada para el camino? A veces se excusan diciendo que mi Hijo dijo que todo el que trabaja merece un salario...¿y piensan que ese salario es el dinero?.... ¡Gratis lo recibisteis dadlo gratis! Las Curias Episcopales, son oficinas de funcionarios; las reuniones de Sacerdotes son reuniones mundanas, ni rezan, ni oran, sólo juzgan, critican y buscan la complacencia de su Obispo para que les de una mejor Parroquia, donde haya más dinero que otra.
¡Cuánto me duele el comercio en mi Iglesia! Lo que tanto cuidaron los apóstoles, es ahora un pecado, una simonía, solo dinero. Los Sacerdotes ya no son bendición para su pueblo, sólo abren sus brazos para pedir dinero. Dicen en sus homilías: “estamos mal de dinero, tienen que dar más limosna”, y se sientan a atender a alguien sólo si les va a dar; pero si llega un pobre lo miran con rechazo y displicencia y no le atienden diciendo “ahora no tengo tiempo”. ¡Cuantas cosas se han infiltrado en mi Iglesia! ¡Cuantos demonios hay en los templos riéndose a carcajadas de los pobres Sacerdotes! Y hacen que la gente también se burle de ellos. Ya no son vistos como hombres sagrados, sino como pobres hombres mujeriegos, borrachos, adúlteros, homosexuales, y peor: abusadores de menores… hazmerreír del demonio. Y así mi Iglesia es una risa para el demonio que se carcajea diciendo: "¿Esta es tu obra? ¿Esos son tus Sacerdotes? ¿esos son tus Ministros, esos son? ¿esos son la presencia de tu amado hijo? Mira la gente como deja de creer en ti porque tus sacerdotes ya no muestran santidad”. Ya sólo producen tristeza a mi corazón, ¡ya no creen en mí los sacerdotes!
Los Misterios son celebrados a la carrera; consagran tan mal como si no supieran quién esta ahí. Cuando dan a mi Hijo parecen repartiendo dulces y peor aun, nombran ministros de eucaristía que yo desconozco, yo no los conozco. Tendría que decirles a aquellos que instituyen ministros como le dije a Pedro: “¡Apártate de mi Satanás, porque no piensas como Dios, sino como los hombres!”: Yo los desconozco, YO LOS DESCONOZCO ante mi presencia: ¿Quién se creen para tocar lo más sagrado: a Mi Hijo? ¡Sacrílegos! estos ministros ¿quién se creen, sacerdotes? ¿Qué preparación tienen para tocar a Mi Hijo? ¿quien se han creído? ¿Acaso di mi Hijo a los sacerdotes para que ellos se lo entreguen como cualquier cosa a los laicos? ¡Yo no instituí ministros de la Eucaristía! Leed la Sagrada Escritura: ¡A mi hijo no se le recibe en las manos sino con mucha dignidad!
Todo hace parte de ese plan macabro y astuto para destruir la sacralidad de mi Hijo en este Sagrado Misterio y entrar en mi Templo Santo. Pues yo os digo y os certifico que el 99% de los dones que dicen haber entre los fieles, ¡son falsos y son del demonio! lo ratifico. La mayoría de los dones, lo digo de nuevo, ¡SON FALSOS!; especialmente todos aquellos que creen tener dones de liberación; ¡como si los demonios fueran pulgas que cualquiera puede sacar! ¡ES FALSO! Sólo los sacerdotes, a quienes he escogido desde siempre, pueden ejercer estos ministerios. Y si hay algún laico de PROBADA VIRTUD, difícil encontrarlo. Yo prefiero que me amen en la humildad y el amor y no se fíen en dones que nunca les he dado. Mis niños laicos, ¡Están llamados a la Santidad!, ¿pero quien ha dicho que con dones y carismas se van a salvar? (Lv. 19,2 y Mt.4)
"Sed Santos como vuestro Padre del Cielo es Santo", es lo que he dicho, no he dicho nada mas. Pero muchos andan tras milagros, sanaciones y liberaciones de laicos, de grupos de oración que no he instituido. Mi hijo dijo: "Si hay dos o tres reunidos en mi nombre yo estaré en medio de ellos" no “actuaré” a través de ellos. Hay Sacerdotes que gozan de dones y carismas escogidos por Mi; todos los Sacerdotes deberían liberar y sanar pero el 99% no creen en Mi, entonces me ha tocado escoger algunos. Espero que lo que he dicho quede muy claro, os lo digo para que améis a mi Iglesia, oréis, sacrifiquéis, ayunéis, hagáis penitencia. Amad a los Sacerdotes y ofreced sacrificios de reparación por ellos. Veis a un Sacerdote pecar, poneos de rodillas y orad por ellos, no juzguéis; si lo veis es para que lo améis en la reparación. ¡Ah mis hijos amen a María!, ella os ama con todo su corazón: amadla, consentidla, mimadla. ¡Cuánto llora María por la humanidad, en especial por la Santa Iglesia! Mis hijos, amad a mi Iglesia, a María, a mis sacerdotes, vuestro amor entre vosotros es el mejor signo de amor. Cuando comulguéis, unid vuestras dos manos y decid: JESUS MIÓ TE AMO EN MARÍA" y recibid a mi Hijo con amor.
Mi Paz os dejo, mi paz os doy, no la doy como la da el mundo. Os la doy en la caricia de un Papá que ama a sus pequeños. Os amo en María, os abrazo en María, os beso en María Amén, Amén, Amén. A: P. J.N.
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